La misa de este domingo en el Vaticano incluyó un elemento que la volvió histórica y sin precedentes: los, considerados por la Iglesia Católica, restos mortales del apóstol San Pedro, fueron mostrados al público.

Con un cofre de bronce en la mano, el Papa Francisco, ingresó al atrio principal de la Iglesia San Pedro, en el Vaticano. El envase contenía nueve fragmentos de hueso del primer papa de la Iglesia Católica.

Francisco oró frente a ellos, y luego sostuvo la caja durante varios minutos antes de la homilia, relató la agencia de noticias Associated Press.

Las reliquias fueron descubiertas durante excavaciones realizadas en la basílica de San Pedro,algunos años después de la muerte del papa Pío XI, quien pidió ser sepultado en las grutas donde docenas de papas fueron enterrados, de acuerdo con el libro Los oídos del Vaticano, escrito por el veterano corresponsal Bruno Bartoloni.

Durante las excavaciones los arqueólogos encontraron un monumento funerario con un féretro construido en honor a San Pedro y un grabado en griego en el que se leía Pedro está aquí.

La investigadora en antigüedades griegas Margherita Guarducci, quien descifró el grabado siguió investigando y descubrió que uno de los trabajadores recibió los restos que se encontraron en el ataúd y los guardó en una caja de zapatos que depositó en una alacena.

Ella informó de sus hallazgos a Paulo VI quien después dijo que los argumentos de que los huesos pertenecían a San Pedro eran convincentes.

Hasta ahora, la ciencia no ha corroborado que los restos que exhibió Francisco hoy sean, en efecto, de San Pedro.

Para Bartoloni la razón por la que no se haya producido ningún estudio exhaustivo es en parte porque una maldición de mil años, autentificada en documentos apocalípticos y secretos, pesa sobre aquel que perturbe la paz de la tumba de San Pedro.