En un nuevo pronunciamiento político y en directa referencia a las protestas que se han tenido lugar en Brasil durante el último mes, el papa Francisco criticó el jueves la corrupción de aquellos que no buscan sino su bien personal y llamo a los jóvenes a no desanimarse porque la realidad y el hombre mismo pueden cambiar.

Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés, dijo el papa al hablar desde la favela Varginha, al norte de Rio de Janeiro. A todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar.

Se trató de un mensaje de esperanza para los residentes de la barriada a quienes pidió que no se desanimaran. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo, dijo el santo padre.

UN LLAMADO Desde que asumió su pontificado en marzo, Francisco ha sostenido el mensaje de que la Iglesia tiene que estar más cerca de la población y ayudar a los más necesitados.

Asimismo, hizo un llamado a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario.

El pueblo brasileño especialmente las personas más sencillas, pueden dar al mundo una valiosa lección de solidaridad, una palabra a menudo olvidada u omitida, porque es incómoda al punto que parece una mala palabra, destacó el santo padre al subrayar que siempre se puede agregar más agua al feijao o los fríjoles, o sea que siempre se puede compartir con los demás.

Los aplausos y las ovaciones de los miles de asistentes resonaban en el ambiente mientras el papa se dirigía desde lo alto de un palco pintado de blanco y amarillo, los colores del Vaticano.

UNA JORNADA INOLVIDABLE Miles de files se congregaron en la favela para recibir a Francisco, que caminó hasta el lugar en medio de fieles que se acercaban y a quienes saludaba con la mano o con una palmada en el brazo.

Francisco también criticó la cultura del egoísmo y el individualismo que caracteriza el mundo contemporáneo y alentó los esfuerzos de Brasil para acabar con el hambre y la pobreza.

Deseo alentar los esfuerzos que la sociedad brasileña está haciendo para integrar todas las partes de su cuerpo, incluidas las que más sufren o están necesitadas, a través de la lucha contra el hambre y la miseria, quien además dijo que le habría gustado visitar muchas barriadas más y tocar la puerta para pedir un vaso de agua, beber un cafezinho, pero no un vaso de cachaza, dijo el pontífice en alusión al aguardiente típico brasileño.

Sin embargo, ningún esfuerzo de pacificación será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma, advirtió el papa.