El presidente de Uruguay, José Mujica, se lamentó en Nueva York, durante su participación en la 68 Asamblea General de las Naciones Unidas, de la situación actual del planeta y demandó el retorno a una alta política que mire por el porvenir de todos los seres humanos.

En una queja a nivel global, se refirió a la codicia del ser humano, el poder de los sistemas financieros y el desprecio a la sabiduría científica, y criticó algunos de los temas relativos a América Latina.

Vengo del sur y, como tal, cargo inequívocamente con los millones de compatriotas pobres de América Latina, patria común. Cargo con las culturas originales aplastadas, con los restos del colonialismo en Malvinas, con bloqueos inútiles en Cuba. Cargo con el deber de luchar por una patria para todos y que Colombia pueda encontrar el camino de la paz, manifestó.

El presidente de Uruguay se refirió además brevemente a la polémica del espionaje electrónico: Cargo con las consecuencias de la vigilancia electrónica que siembra desconfianza y que nos envenena.

CAMBIO CLIMÁTICO El cambio climático y la destrucción de la naturaleza fue uno de los temas más recurrentes de su discurso. Cargo con la necesidad de defender la Amazonia, los mares, los ríos de América.

En un discurso cargado de metáforas y con un tono sosegado y poético, Mujica apeló a una vuelta de la sencillez del ser humano y valores como el amor, la amistad, la aventura y la familia.

El mundo pide a gritos reglas globales que respeten los logros de la ciencia, porque no es la ciencia la que gobierna el mundo. Sería imperioso lograr consensos planetarios para lograr solidaridad para los más oprimidos. Movilizar a las grandes economías para crear bienes útiles sin frivolidades para levantar a los más pobres del mundo.

Mujica criticó también la burocratización de la ONU que según dijo languidece, mientras que lamentó la imposibilidad de la aplicación de la tasa Tobin.

La intervención de Mujica, una de las más largas de la primera jornada de la 68 Asamblea General de las Naciones Unidas, terminó con una advertencia: O somos capaces de gobernarnos a nosotros mismos o sucumbiremos.