El papa Francisco estaba a punto de dar inicio al primer rezo del Ángelus de su pontificado en la parroquia de Santa Ana, en la Ciudad del Vaticano, cuando decidió dar un mensaje fuera de protocolo e improvisar un saludo a un cura que estaba presente pero era desconocido para la comunidad internacional.

Se trataba del sacerdote uruguayo Gonzalo Aemilius, fundador del Liceo Jubilar Juan Pablo II, una institución que ayuda a los niños más pobres a financiar sus estudios una vez terminada la primaria.

“Quiero hacerles conocer un sacerdote venido de lejos, que desde hace mucho tiempo trabaja con los niños de la calle, con los que sufren los efectos de la droga, para ellos ha hecho una escuela, ha hecho tantas cosas para hacer conocer a Jesús a todos los niños y niñas de la calle”, dijo en italiano ante los cardenales presentes.

Poco tiempo después, invitó a Aemilius al frente para presentarlo y saludarlo como amigo suyo. Según el diario argentino La Nación, ambos se conocen hace muchos años, precisamente por una contribución que hizo el Papa cuando todavía era cardenal de Buenos Aires.

Aeimilius es un joven cura de 32 años conocido por ser hincha del Peñarol de Uruguay, al punto de haber anunciado públicamente que se había convertido en el socio número 60 mil del club, puesto reservado para personalidades como Diego Forlán (socio número 40 mil).

Según el portal uruguayo Subrayado, el cura fue alumno del Liceo Pedro Poveda, un adolescente rockero de pelo largo y se volvió religioso tras una relación sentimental de seis años.