Roslyn Callender habla abierta y calmadamente sobre lo que era su vida como adicta a la cocaína.

Estaba en una misión suicida. Sólo quería morir, dice esta mujer oriunda de Londres.

Estaba fuera de control prosigue era una consumidora de crack. Quería irme a dormir y no volver a despertar.

Eventualmente fue arrestada por importar drogas clasificadas como de clase A en Reino Unido (cocaína, crack, éxtasis , heroína, LSD, hongos mágicos, metadona y anfetamina) y Roslyn, de 57 años, fue sentenciada a cuatro años y medio en prisión.

Estando en la cárcel, a Roslyn la pusieron en contacto con una organización benéfica británica llamada Startup, la cual afirma cambió su vida al ayudarla a comenzar un negocio propio.

Después de cumplir dos de los cuatro años y medio a los que fue sentenciada, y sin haber consumido drogas desde 2009, Roslyn ha sido una comerciante por cuenta propia durante los últimos 24 meses.

Vende productos de belleza en mercados callejeros del sur de Londres y ahora planea ampliar su negocio ofreciendo sus propios productos en lugar de concentrase en marcas comerciales.

Estamos en una etapa inicial y no estoy ganando mucho dinero, pero estoy trabajando muy duro, cuenta.

TRANSFORMANDO VIDAS Startup fue creada en 2006 y su objetivo es convertir a las mujeres que acaban de salir de la cárcel en empresarias productivas e independientes que manejan su propio negocio.

Sin este tipo de organizaciones, las reclusas regresan a la sociedad y son rechazadas, afirma la fundadora y directora de la ONG, Juliet Hope.

Sus hijos pueden estar a cargo de los servicios sociales, no logran conseguir trabajo y, lamentablemente, ningún banco estará dispuesto a respaldar sus planes de negocios, agrega Hope.

O como dice Roslyn, nadie te tocaría ni con una palo.

Las mujeres seleccionadas para formar parte del programa de Startup solicitan su ingreso cuando todavía están en prisión y son referidas por los servicios de libertad provisional o por organizaciones de beneficencia como la del príncipe Carlos de Gales (Princes Trust).

El crimen que cometieron no tiene relevancia en su solicitud. Son escogidas por su perspicacia para los negocios, sus ideas y los planes que tienen para sus empresas.

Startup invierte US$12.000 por cada cuatro mujeres. Todas asisten semanalmente a talleres de preparación durante un año, mientras que dos también reciben ayuda para la realización de un plan de negocios detallado y una, finalmente, recibe una subvención de US$3.800 para iniciar su compañía.

La tasa de éxito es impresionante. Hasta el momento, de las 700 mujeres que han participado en el programa sólo una reincidió (durante el año que duró el entrenamiento), explica Hope.

Esta cifra está lejos de tasa promedio de reincidencia para reclusas que salen de la cárcel en Reino Unido: 51% en 12 meses.

LEJOS DEL DELITO Al otro lado del Atlántico, un programa similar está ayudando a convictos en Texas, Estados Unidos.

Basado en Houston, el Programa de Emprendedores en Prisión (PEP, por sus siglas en inglés) ha trabajado con más de 1.200 hombres desde que fue fundado en 2004.

Jeremy Gregg, uno de sus directivos, comenta: No le pedimos a la gente que perdone a estos hombres. Pero el 95% de la población penitenciaria en Estados Unidos será liberada en algún momento y la mitad terminará de vuelta en prisión.

El reto es mantenerlos fuera de la cárcel dice y nosotros les ofrecemos los recursos para que lo logren, ayudándolos a comenzar sus propias empresas o a tener más posibilidades de que sean contratados.

PEP es un programa para exreclusos que tienen un título de escuela secundaria. Los únicos que no pueden participar en el programa son los condenados por delitos sexuales.

Gregg describe el proceso de ingreso como muy riguroso, con más de 6.000 candidatos cada año que tienen que realizar exámenes escritos y entrevistas para obtener alguna de las 200 o 300 plazas.

Los aspirantes exitosos son transferidos a la prisión de Houston donde opera PEP. Allí reciben clases intensivas y gratuitas en varias áreas de negocios. Al final de los 12 meses de preparación, obtienen un certificado de emprendedor de la Universidad de Baylor , que se encuentra en Waco, Texas.

Alrededor de 120 negocios respaldados por PEP se mantienen, incluyendo dos que están ganando más de US$1 millón en ventas al año, explica Gregg.

Tan importante como eso es la tasa de reincidencia para los hombres que completaron el curso y que es de apenas 5%.

Gregg añade que PEP no recibe fondos del gobierno y que depende únicamente de donaciones. El costo por cabeza es de US$8.750, lo que incluye seguimiento después de que han terminado el entrenamiento.

ASUNTO DE COSTOS De vuelta en Reino Unido , Juliet Hope explica que la mayoría de los recursos de Startup provienen del fondo que tiene la Lotería Nacional británica.

Las características del acuerdo actual especifican que las mujeres tienen que ser las beneficiarias del programa, pero históricamente Startup estaba abierta tanto a hombres como a mujeres.

Y añade: Quisiéramos ampliar nuestros servicios significativamente y ayudar de nuevo a hombres. El costo anual para preparar a cuatro mujeres es de US$12.000; compara eso con los más de US$60.000 anuales que cuesta mantener a alguien en prisión.

Hope comenta que están tratando de que el Ministerio de Justicia los contrate con una modalidad en la que el pago se concretaría en función de los resultados: Nos pagarían únicamente si el exrecluso no ha reincidido luego de un año.

Roslyn Callender asegura que sin la ayuda de Startup no habría podido darle un giro a su vida.

Sin su apoyo habría reincidido o habría vuelto a consumir drogas, eso es seguro, dice.

Esto me ha ayudado a darme cuenta de que, después de todo, no soy tan mala persona.