a
a
Milagros Asto Sánchez

Aunque sabemos que para ese entonces ya habían pasado por este mundo Julio César y Cleopatra, y ya se había construido la Gran Muralla China, conocer exactamente qué pasaba en el planeta cuando murió  resulta una tarea, cuando menos, bastante complicada.

Antes que nada, porque no hay consenso total entre científicos, teólogos y creyentes sobre la fecha –y otros detalles– en la que Cristo fue crucificado. Mientras la tradición popular asume el año 33 d.C. como la fecha en cuestión, los estudios críticos afirman más bien que Jesús murió en abril del 30 d.C. con una edad de entre 34 y 36 años






Juan Miguel Espinoza, profesor del departamento de Teología de la PUCP, explica a El Comercio que el año 33 llega al imaginario popular gracias a que Dionisio el Exiguo, a quien en el siglo VI se le encargó determinar la fecha de la muerte de Cristo, tomó en cuenta los datos narrados en el Evangelio de Lucas.

El problema es que no se pueden asumir esos datos como hechos fácticos o verificados [...] En los estudios críticos se calcula que Jesús nace en el año 4 o 6 antes del año 0”, señala Espinoza.

Dicho esto, los registros históricos sí describen los principales hechos en torno a la muerte de Cristo: sucedió en Judea, durante la jurisdicción del prefecto romano Poncio Pilato, el mismo que se lavó las manos y lo condenó a ser crucificado. Pero Pilato no era más que la cara en Judea del Imperio Romano, cuyo poderío en el mundo era un hecho irrebatible en el momento en que murió Jesús.

A continuación, hacemos un recorrido por Roma y otros importantes territorios que se encontraban en pleno desarrollo en ese entonces.

1. Dominación del Imperio Romano: el Mediterráneo como el “centro” del mundo

Al inicio del 30 d.C. faltaban al menos 40 años para que el Coliseo romano empezara a construirse y quien estaba sentado en el trono del imperio era Tiberio, quien fue precedido por Augusto y antecedió a Calígula. Era un tiempo en el que el Mar Mediterráneo era el principal punto de referencia de los geógrafos.

El mundo de Jesús es un mundo que está bajo la dominación romana. El imperio domina el Mediterráneo y toda la parte de la Europa Occidental. También buena parte del Asia menor, de lo que hoy conocemos como Medio Oriente. Es una zona que en los siglos previos al nacimiento de Cristo se ha ido integrando culturalmente por la lengua griega, que era como el inglés de esa época. La costa del norte de África y Egipto también están bajo el control de Roma”, señala Espinoza.

Tiberio fue emperador (14-37 d.C.) durante el período de estabilidad en el imperio conocido como Pax Romana.

En el siglo I alrededor de 45 millones de personas formaban parte del imperio. Roma tenía una industria y agricultura que le permitieron controlar el 25% de la producción mundial, según un estudio del Deutsche Bank. También proveía una seguridad frente a robos y piratería que ninguna sociedad preindustrial podía igualar. A cambio de ella los territorios bajo su dominio pagaban tributo.

(Imagen: El Comercio)
(Imagen: El Comercio)

2. Restablecimiento y poderío de la dinastía Han en China y el comercio indio

Otro gran poder en esa época se encontraba en la China antigua y estaba personificado en el emperador Liu Xiu (Guangwu), quien restableció la dinastía Han después de que la dinastía Xin creada por el usurpador Wang Mang tomara el poder.

Según la historia china, Guangwu, quien reinó del 25 al 57 d.C., cimentó las bases de un nuevo imperio que perduró durante casi dos siglos (hasta el 220 d.C.) y que es conocido como Han Oriental.

La producción de seda ya era rentable tanto para pequeños agricultores como para grandes comerciantes en ese entonces. De hecho, la ruta de la seda facilitó el comercio e intercambios tributarios con otros países en Eurasia. En el siglo I China llevaba varias décadas exportando seda a Roma.

Pero los chinos no eran los únicos comerciantes en la zona. Los indios llevaban a la propia China productos como perfumes, pimienta, telas finas, plomo, cobre y hasta caparazones de tortuga.

(Imagen: El Comercio)
(Imagen: El Comercio)

3. Cuicuilco y los pueblos mayas: interacción en Mesoamérica

Entre el 400 a.C. y el 250 d.C. Mesoamérica, formada por la mitad meridional de México y parte de Centroamérica, se encuentra en el período de su historia llamado preclásico tardío. En esta etapa Cuicuilco, en el sur del valle de México, logra consolidarse como centro político hasta que es destruido por la erupción del volcán Xitle hacia el final del período.

En diálogo con este Diario, la historiadora mexicana Rocío Gress, de la UNAM, afirma que, aunque es difícil poner fechas precisas a algún evento, el tiempo de la muerte de Jesús coincide con un momento de “una gran diversificación cultural en Mesoamérica cuyo proceso fincó la riqueza de las grandes metrópolis del período clásico”.

La historiadora enfatiza que se vivía un período de gran interacción. “Los mayas tenían una amplia red de comunicaciones por todo el sureste mesoamericano. Había interacciones y circuitos comerciales por el Océano Pacífico, el istmo de Tehuantepec hasta el Golfo de México y el río Motagua”.

Esta etapa también está marcada por sentar las bases de la importante ciudad de Teotihuacán. “En ese tiempo empiezan a construirse lo que conocemos como las pirámides del Sol, de la Luna y la Calzada de los Muertos”, afirma Gress.

Entre otras ciudades importantes por entonces en Mesoamérica están Dainzú (Oaxaca), El Opeño (Michoacán), y las mayas Kaminaljuyu y Takalik Abaj Tikal, ambas en Guatemala.

(Imagen: El Comercio)
(Imagen: El Comercio)

4. Dejando a Chavín atrás: independencia artística en nuestro territorio

En el tiempo en el que Cristo existe, nuestro territorio se encuentra en un período pos-Chavín, exactamente en la etapa conocida como intermedio temprano (200 a.C.-700 d.C.) y en la que vemos culturas como Nasca, Huarpa, Vicús, Virú, Recuay y un preludio de lo que será la cultura Lima.

Chavín tiene mucho que ver con lo que está pasando en la época en la que Cristo está viviendo. Chavín desaparece y muchas regiones empiezan a crear su propia cultura, su propio arte, su desarrollo social”, afirma a El Comercio el arqueólogo Gori-Tumi Echevarría López de la UNMSM.

En el caso de la cultura Nasca, esta recupera toda la tradición gráfica que tenía antes de la influencia de Chavín. En la zona norte, Vicús, Salinar y Virú son el preludio del gran desarrollo artístico que tendrá luego Moche.

Asimismo, en la costa central se crea una nueva historia gráfica con un estilo llamado blanco sobre rojo que precede a la cultura Lima, caracterizada por una cerámica más policroma y una decoración abstracto-geométrica.

Todos estos estilos artísticos van a caracterizar grandes civilizaciones andinas por más de 500 años en adelante. “Esto incluirá el desarrollo de una economía regionalmente interconectada que incluye recursos del mar, los Andes y la Amazonía, además de un extraordinario avance en las artes y la arquitectura”, explica Echevarría.

(Imagen: El Comercio)
(Imagen: El Comercio)

Contenido sugerido

Contenido GEC