Por primera vez, la sonda Curiosity perforó una roca marciana y se aprestaba a extraer una pizca de polvo para inspeccionarla en su laboratorio interno.

La maniobra representa un nuevo hito para la sonda del tamaño de un automóvil, que descendió el 6 de agosto del año pasado sobre la superficie del planeta rojo en una ambiciosa misión encaminada a determinar si el ambiente marciano es favorable para la presencia de microbios.

Con el taladro en el extremo de su brazo robótico de 2,10 metros (siete pies) de longitud, Curiosity perforó el viernes una roca plana que presenta numerosos indicios de haber estado en el paso del agua en el pasado. Después de siete minutos de taladrar, perforó un hoyo de seis centímetros (2½ pulgada) de profundidad.

La tarea era tan compleja que los ingenieros pasaron varios días instruyendo a Curiosity para que palpara el terreno, perforara hoyos de prueba e hiciera una miniperforación a modo de ensayo. Fue una ejecución perfecta, dijo entusiasmado el sábado el ingeniero de perforación Avi Okon en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.

En misiones anteriores a Marte se llevaron herramientas que rasparon las capas exteriores de rocas y polvo. Opportunity y Spirit —antes de que esta última se descompusiera— llevaron trituradoras de piedra. Phoenix estaba equipada con una escofina para el hielo. Pero ninguna estaba diseñada para perforar rocas y extraer muestras de su interior.

Ya completada la perforación, demorará varios días para que Curiosity transfiera el polvo a su instrumental para analizar su composición química y mineral.

La precaución es a propósito. Curiosity es la sonda espacial más avanzada y los ingenieros todavía están aprendiendo a manejar eficientemente la misión de 2.500 millones de dólares.

Los expertos no sabrán hasta la semana próxima cuánto polvo rocoso se recolectó. Pero a juzgar por la pequeña cantidad que quedó en el pozo perforado, Okon confió en que será suficiente para el análisis del laboratorio.

Otra incógnita es si algo de teflón pudo haberse desprendido del instrumento para mezclarse con la muestra de la roca. Antes del lanzamiento de Curiosity, los ingenieros descubrieron que escamas microscópicas de teflón podían desprenderse. Pero Okon explicó que cualquier posible contaminación sería mínima debido a que la perforación no tardó mucho.

Los encargados de la misión habían pronosticado que la perforación sería la tarea más complicada desde el descenso sobre la superficie marciana.