El libertador José de San Martín tenía una vida amorosa desordenada. (Foto: Creative Commons)
El libertador José de San Martín tenía una vida amorosa desordenada. (Foto: Creative Commons)

De las proezas militares e importancia histórica del general José de San Martín se sabe todo, o casi todo. Menos conocidas son sus facetas personales y familiares. ¿Sabía que el libertador del Perú se casó con una jovencita que recién estaba por cumplir 15 años? Remedios de Escalada se llamaba aquella porteña de la que quedó prendado, y con quien tuvo a su única hija, Mercedes.

Pero la historia entre San Martín y Remedios no fue feliz ni prolongada. En 1812, tras renunciar a su carrera militar en España, el entonces teniente coronel de caballería regresó a Argentina. Con solo una buena foja de servicios bajo el brazo, sin mayor riqueza ni relaciones, San Martín se reinsertó en Buenos Aires con intenciones de servir a la causa de la independencia.

En esos afanes es que llega a la casa de los Escalada, una familia rica y prestigiosa vinculada a la causa patriota. José Antonio de Escalada no tuvo inconvenientes en aceptar los galanteos a su hija, a pesar de la diferencia de casi 20 años de edad. Para San Martín, ligarse a esa familia suponía conquistar posición en la sociedad bonaerense y dar un espaldarazo a sus planes de formar el Regimiento de Granaderos a Caballo.

En noviembre de 1812, José de San Martín y Remedios contraen nupcias en la Catedral de Buenos Aires. Tal acontecimiento marca el comienzo real de la vida pública del futuro general y el inicio de un matrimonio atípico.

Remedios de Escalada fue esposa de don José de San Martín. (Foto: Cortesía)
Remedios de Escalada fue esposa de don José de San Martín. (Foto: Cortesía)

Florencia Canale, sobrina de sexta generación de Remedios y autora de un puñado de novelas históricas, describe así la relación: “En el tiempo que estuvieron casados (casi 11 años), en realidad no funcionaron como una familia tradicional”.

Cuando San Martín se marchó a ponerse al frente del Ejército del Norte, su esposa se quedó en la capital. Solo cuando fue designado gobernador intendente de la provincia de Cuyo, la pareja pudo volver a juntarse en Mendoza. Pero en enero de 1817 el Ejército de los Andes emprende su misión colosal en el continente.

Con la pequeña Mercedes recién nacida –la alumbró en agosto de 1816-, Remedios no tiene más opción que volver a casa de sus padres.

“Ese fue el gran reclamo de ella: el abandono de su esposo, porque no pudo cumplir ese sueño de familia ideal que había planeado desde chica”, asegura Canale.

Se sucedieron entonces las infidelidades de uno y otro lado. Los muchos ‘affaires’ del general no están documentados, sí en cambio los de ella. Dos fueron con subalternos de su marido: Gregorio Murillo y Joaquín Ramiro, a quienes San Martín castigó. Pero el tercero fue el más explosivo, nada menos que con Bernardo de Monteagudo, colaborador y compañero cercano del libertador del Perú. “La infidelidad con Monteagudo fue casi una ‘vendetta’ contra San Martín, al enterarse por rumores que su marido andaba con otras mujeres”.

La salud de Remedios siempre fue frágil, a lo que se sumaron las preocupaciones por el marido que siempre se anunciaba pero nunca volvía. El deceso de su padre la abatió todavía más y en agosto de 1823 ella murió, con apenas 25 años, víctima de la tuberculosis.

San Martín se encontraba entonces en Mendoza, desde donde dos meses antes había escrito una carta a un compañero de armas en la que decía que le habían avisado que su mujer estaba moribunda, lo que lo tenía de “muy mal humor”. Pero los propios males que lo aquejaban le impidieron llegar a tiempo. Recién ocho meses luego de la muerte de Remedios llegó a Buenos Aires, donde pudo hacerse cargo de su hija de 7 años, a pesar de que su suegra –que siempre se opuso al enlace- no se la quería entregar.

“Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín”. Este frío epitafio que mandó grabar San Martín da pie a la última sentencia de Canale: “Él era un hombre poco demostrativo, no se relacionaba con cuestiones sentimentales. El gran amor de San Martín fue la causa de la emancipación americana, no su mujer”.

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