La periodista mexicana junto a Juan Pablo II en uno de sus viajes. “En las giras nos levantamos a las 4 de la mañana. Por razones de seguridad, llegamos dos horas antes que el Papa a sus actos”, cuenta.
La periodista mexicana junto a Juan Pablo II en uno de sus viajes. “En las giras nos levantamos a las 4 de la mañana. Por razones de seguridad, llegamos dos horas antes que el Papa a sus actos”, cuenta.

Nadie ha pasado más tiempo en el cielo con el representante de Dios en la Tierra que Valentina Alazraki. Todo empezó en 1974 cuando llegó a Roma para estudiar Periodismo. Ahí empezó a hacer prácticas en Televisa y cuatro años después le tocó cubrir la muerte de Pablo VI. Ella narró la elección de Juan Pablo I y cuando estaba a punto de volver a su natal México, el Papa murió, se quedó para la elección de Juan Pablo II y su vida cambió para siempre.

— Este periódico tiene 178 años y ha visto a 13 papas. Pero, por más orgullosos que nos sintamos, debo decirle que su récord no lo tiene nadie: 140 viajes con tres Papas distintos...
Es una experiencia única. Tuve la suerte de empezar justamente con el primer viaje de Juan Pablo II a México, que es mi país. Yo hice unos 100 viajes con Juan Pablo II, 21 con el papa Benedicto y todos los de Francisco. Con Juan Pablo II yo era la ‘benjamina’. En ese vuelo no había ninguna otra mujer y yo era la más joven. Empecé a los 23 años. Con Francisco, curiosamente, me transformé en la decana. Le di la bienvenida en el avión como decana de todos los vaticanistas.

—Y no solo eso. Francisco hasta le cantó “Feliz cumpleaños” en el avión...
Sí. El papa Francisco apareció con un carrito y con un pastel con los colores del Vaticano. Como yo cumplía 60 años, él puso una vela con solo un 0 y dijo que yo había llegado al Vaticano de muy pequeña para quitarme años [risas]. Fue una emoción impresionante. Aparte, el papa Francisco no canta. En las misas no canta. Pero ese día empezó a entonar el “Feliz cumpleaños” y eso fue todavía más sorpresivo. Fue un gesto increíble. Después me dio una entrevista, la primera para la televisión, de una hora y media.

— Eso tampoco es usual...
Yo quise hacer una entrevista espontánea, sin protocolos, para que se sintiera cómodo. Contestó todo tipo de preguntas, hizo chistes. Me preguntó si sabía cómo se suicidaba un argentino. Me dijo: “Se trepa encima de su ego y se tira para abajo”. También me dijo que extrañaba poder salir como anónimo para poder ir a comer una pizza.

—¿Francisco nunca dejó de ser el padre Bergoglio?
Es eso. Juan Pablo II era polaco, tenía un gran misticismo, había vivido la guerra, el nazismo, el comunismo, había sido actor. Sabía tratar a los jóvenes. Benedicto siempre había estado encerrado en una biblioteca estudiando, leyendo. Es una mente extraordinaria, pero su experiencia como pastor era muy pequeña. Y Jorge Mario Bergoglio vivía en la calle. Iba en metro, en autobús, iba a la periferia, visitaba las cárceles. Él trae cercanía, sensibilidad por el aspecto social y un lenguaje muy poco papal.

—Ud. ha escrito varios libros sobre Juan Pablo II. ¿Cómo le impactó su vida?
Hubo dos partes. Los primeros 10 o 15 años de pontificado, yo tenía la sensación de estar siguiendo por el mundo a un líder que hacía historia. Era un hombre que influía a nivel diplomático, político. Nosotros vimos cómo caía el Muro de Berlín en el 89, pero la primera piedra cayó en la primera visita de Juan Pablo II a Polonia en junio del 79. Ese proceso tomó 10 años, no hubo ni una gota de sangre. Tenía un liderazgo en el ámbito internacional impactante. Lo vi en Tierra Santa, en Cuba con Fidel Castro, en toda África. Pero la segunda parte a nivel humano fue todavía más fuerte. Todos habíamos conocido a un Juan Pablo de 58 años, muy activo. Y poco a poco le fueron quitando todos esos dones.

—Empezó un vía crucis...
Todo empezó con el atentado, llegaron problemas de salud y finalmente el Parkinson. Era un vía crucis en vida. Fue muy impactante ver esa fortaleza y ese deseo de ir hasta el final. Como él decía: “De no bajarse de la cruz”.

—El periodismo demanda distancia de nuestras fuentes. ¿Cómo fue su caso?

Al acompañarlo, verlo día tras día, es evidente que te involucras de un modo emotivo. Pero te puedo decir que nunca mentí. Soy mexicana y él estuvo 5 veces en mi país. Estableció una relación extraordinaria. Yo era como un puente. Para la gente en México y para él con los mexicanos. Hubiera sido muy difícil tener una relación fría.

—¿Recuerda los dos viajes al Perú?
Sí. La visita a Ayacucho me impresionó mucho. Eran tiempos de Sendero Luminoso. En Lima vivimos apagones. Que el Papa fuera a la roca fuerte de Sendero y les hablara con un mensaje directo a sus miembros fue impactante. Les dijo que cambien, que el mal nunca es el camino. Pero al mismo tiempo reconoció que había causas como la injusticia social. Pero les dijo que no había que dejarse llevar por ideologías falsas, por el terror.

—¿Qué espera de este nuevo viaje con Francisco?

Estuvimos con el cardenal Juan Luis Cipriani y nos compartió los sentimientos del Papa. Francisco está con ansias locas de viajar al Perú. Está enamorado de la religiosidad popular y de los santos. Incluso en su habitación tiene una pequeña estatua de San Martín. Le encanta la escoba. Él, con sus reformas, también va limpiando.

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