Con más de 4.000 muertos a su cuenta, según las estimaciones más conservadoras, intentar ponerle rostro a las víctimas de Pablo Escobar es tarea complicada.

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Y más difícil aún resulta intentar resumir, en unas pocas palabras y un par de testimonios, el impacto que sobre sus familias pudo haber tenido la irrupción súbita de la violencia generada por el fundador del cartel de Medellín por consolidar su posición en el mundo del narcotráfico y luego de declarar una guerra abierta en contra de las instituciones del Estado colombiano, Escobar mandó a asesinar políticos, hizo explotar aviones, le puso precio a la cabeza e los policías y din muerte:https://elcomercio.pe/actualidad/1666519/noticia-asi-cayo-pablo-escobar-hombre-que-puso-jaque-colombia, la historia de la mayoría de las víctimas de esa ola de violencia permanece anónima. Y, con muy pocas excepciones, olvidada.

Para intentar mantenerlas en la memoria, BBC Mundo conversó con dos de ellas: con el hijo del político cuyo asesinato marcó el inicio de la guerra de Escobar en contra del Estado y con el hijo de uno de una de sus tantas víctimas colaterales, quien trabaja para intentar unir en la búsqueda de justicia a los muchos damnificados del accionar de Pablo Escobar.

RODRIGO LARA: A ESCOBAR LO DESENMASCARÓ MI PADRE Pablo Escobar irrumpió violentamente en la vida de Rodrigo Lara Restrepo en la noche del 30 de abril de 1984 con el asesinato de su padre, el entonces ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.

Yo era un niño de 8 años, recuerda Lara Restrepo.

Había llevado una vida muy normal hasta que mi papá fue nombrado ministro de Justicia y enfrentó a Escobar y al cartel de Medellín en general, así como a sus aliados y sus socios políticos, le dice a BBC Mundo.

Para ese entonces, Colombia apenas estaba empezando a conocer a Escobar, en buena medida gracias a las denuncias del joven ministro, muerto a los 37 años.

Pero su hijo de 8 años estaba lejos de imaginar el papel que jugaría en su propia vida.

Obviamente con las presiones y la notoriedad que él adquiere (con el nombramiento como ministro) uno empieza a entender poco a poco la dimensión de la lucha que está librando y uno empieza a ver quiénes son los personajes que enfrenta. Y naturalmente que en ese momento aparece el nombre y la imagen de Pablo Escobar, recuerda Lara.

Pero a Escobar lo desenmascara mi padre. Antes de eso Escobar no existía en el imaginario de nadie, le dice a BBC Mundo.

Y los míos son los recuerdos de un niño, dice del asesinato que marcaría el inicio de la guerra abierta del líder del cartel de Medellín en contra del Estado colombiano.

LA NOCHE DEL ASESINATO De la muerte de su padre, Lara Restrepo se enteró con sus propios ojos: no se la contaron.

Lo que yo recuerdo básicamente es que llegó el carro acribillado y lo transportamos a una camioneta de los escoltas, lo llevamos a la clínica y ya no había nada que hacer, cuenta.

Antes de morir él me había llamado para preguntarme si había hecho mis tareas. Eran como las siete y media, siete y cuarto de la noche. Yo estaba sólo, le dice a BBC Mundo.

Según las versiones oficiales, el asesino –un sicario a sueldo de Escobar, que falleció en un accidente que tuvo lugar durante la persecución que siguió al asesinato del ministro– se desplazaba como pasajero de una moto Yamaha.

El conductor de la moto, que pagó una pena de 11 años de cárcel, luego afirmaría que les habían ofrecido el equivalente a US$20.000 por el asesinato.

Pero la investigación realmente nunca progresó. Más allá de la captura de uno de los dos autores materiales, que es lo más bajo de la cadena, no hubo nunca nada más. Y nunca se ha hecho un esfuerzo para que esa investigación prospere porque muchos de los socios de Escobar, y en particular sus socios políticos, siguen vigentes y con mucho poder, sostiene Lara.

Todavía no se ha hecho justicia, afirma.

RECONSTRUYENDO LA VIDA

Naturalmente eso es un trauma, eso es un trauma en cualquier persona y más en un niño, reconoce Lara cuando se le pregunta sobre el impacto de la muerte violenta de su padre.

La tarea desde ese entonces ha sido superarlo, vencer el trauma y convertir eso en una experiencia un poquito más racional y menos dolorosa. Es un proceso, afirma.

Parte de ese proceso pasó por abandonar temporalmente el país para cursar estudios en Francia.

Y es en la capital francesa donde lo sorprendería la noticia de la muerte de Escobar, nueve años más tarde.

Yo estaba en último año de colegio. Y recuerdo que un día llegué a mi casa y me abrió una persona y me dijo: Oiga, mataron a Pablo Escobar. Yo creo que eso lo deberíamos celebrar, cuenta Lara.

La verdad es que me quedé un poco en shock, con la celebración que me ofrecieron, pues yo creo que no es motivo de celebrar la muerte de nadie, le dice a BBC Mundo.

Naturalmente uo siente alg narcotráfico. Pero ahora uno se da cuenta que le dieron de baja a Escobar y lo que hubo fue la depuración de una mafia. Sus mismos socios mafiosos siguieron con su negocio con una estructura criminal aún más amplia que fue la creación de los grupos paramilitares.

EL PRESENTE Abogado de formación, Lara Restrepo es actualmente presidente de la asociación que agrupa a los operadores de telefonía móvil de Colombia, Asomovil.

Pero la vocación para la política la heredó de su padre y por eso, además de haberse desempeñado en el pasado como asesor de varias entidades de gobierno y como senador por el partido Cambio Radical entre 2008 y 2010, Lara se presentará como cabeza de la lista bogotana de ese partido para las elecciones a la Cámara de Representantes de abril próximo.

La vocación política la tengo desde muy pequeño porque me encantaba lo que mi papá hacía, era muy cercano a él y vivía siempre muy intrigado y con mucha curiosidad por su actividad, que me parecía apasionante, le dice a BBC Mundo.

Y se puede decir que la muerte de mi padre reforzó ciertas convicciones, cierta visión del Estado, del país, dice.

Como hijo de una víctima de Escobar, Rodrigo Lara aceptó en 2009 el perdón pedido por Sebastián Marroquín, el hijo del fundador del cartel de Medellín.

Creo en la reconciliación, por eso que me senté con el hijo de Pablo Escobar, porque creo que hay que mandarle un mensaje de esos al país, concluye.

FEDERICO ARELLANO: EL ACTO TERRORISTA MÁS IMPORTANTE Cuando Federico Arellano pasó a engrosar la lista de las víctimas de Pablo Escobar no lo hizo solo, sino junto a los familiares de los otros 109 muertos de la explosión del vuelo 203 de Avianca.

Corría el lunes 27 de noviembre de 1989 y, para ese entonces, Arellano tenía 12 años.

Era un niño normal, como cualquier niño de esa edad que va a su colegio, admira a su padre. Yo entonces decía, y sigo diciendo, que mi padre era mi superhéroe, le cuenta a BBC Mundo.

Es que aparte de verlo como padre nomás, que ya es suficiente para tener una idealización de la figura paterna, lo veía en los medios de comunicación, en las revistas, los escenarios, los teatros, en la televisión, porque era un gran artista, dice de Gerardo Arellano, el cantante vallecaucano fallecido en el atentado que fue el primer fallecido por causa de Pablo Escobar reconocido como víctima del conflicto armado.

De Escobar, sin embargo, nada más sabía que era un tremendo asesino.

Yo creo que en esa época yo pensaba más en el fútbol y en el colegio que en Pablo Escobar. Aunque evidentemente tenía registro de ese criminal, cuenta.

Pero su vida quedaría definitivamente marcada por lo que él considera el acto terrorista de más importancia, por su forma cruenta y su fondo desalmado, que haya vivido la historia de la violencia colombiana.

EL DÍA DEL ATENTADO El día de la tragedia, el vuelo 203 se dirigía de Bogotá a Cali con 101 pasajeros (las 110 víctimas totales incluyen también a seis miembros de la tripulación y tres personas en tierra).

Y cinco minutos después de haber despegado, a las 7:11 de la mañana, una carga de C4 lo hizo explotar a 13.000 pies de altura, cuando se encontraba sobre la localidad bogotana de Soacha.

Estaba preparándome para ir al colegio, como cualquier lunes, normal, pero sentí un movimiento extraño. Era un día como muy particular, muy singular, las noticias estaban muy alto, recuerda.

Me desperté un poco angustiado oyendo una lista de pasajeros que estaban nombrando y diciendo que un avión se había caído, porque esa fue la primera hipótesis que se manejó, como si fuera un accidente.

Luego se establecería que se había tratado de un acto terrorista presuntamente dirigido a acabar con la vida del entonces candidato presidencial César Gaviria.

Gaviria había recibido las banderas del Nuevo Liberalismo, que estaba de luto por la muerte de Luis Carlos Galán también a manos de Pablo Escobar, y (el ataque) que tenía como fin político derrotar la política de extradición (apoyada por Gaviria), explica Arellano, para quien el atentado sólo fue posible por la alianza de Escobar con los llamados narcoparamilitares.

RECONSTRUYENDO LA VIDA Fue, como te imaginarás, terriblemente doloroso; me marcó la vida, reconoce Arellano.

Nosotros hablamos de perdón y olvido, pero yo creo que esa es una figura que aplica más a los victimarios que a las víctimas. En las víctimas se da el perdón, posiblemente, pero el olvido no, porque el olvido sería desconocer un hecho tan grave como el asesinato de un familiar, en mi caso mi padre, explica.

El acontecimiento también terminó trastocando los planes de vida de Arellano.

Yo quería estudiar música y arquitectura y terminé siendo abogado, cuenta.

Y encontré la fortaleza en la gente. Soy una persona que a partir de eso empezó a pensar mucho en las víctimas de este país, dice el fundador y actual presidente de la fundación Colombia con memoria, que aglutina a las víctimas del atentado ordenado por Escobar.

La muerte del capo, sin embargo, no le generó a Arellano ninguna alegría, aunque sí una tranquilidad inmensa.

Yo no me alegro de la muerte de nadie, ni siquiera de los bandidos. Pero me acuerdo perfectamente, como si fuera hoy: estaba en mi casa con mi madre y con mi abuelo, viendo algún programa de deportes cuando empezó a salir una cortinilla abajo (de la pantalla) indicando que habían dado de baja al capo Pablo Escobar.

Inmediatamente todos los canales empezaron a hacer la cobertura de la noticia y ahí mismo salí a abrazar a mi mamá.

EL PRESENTE Para Arellano, sin embargo, la muerte del líder del cartel de Medellín no constituyó un acto de justicia y actualmente se dedica a buscar la verdad, la justicia y la reparación para las otras víctimas de Escobar al frente de su fundación.

Esa sería una justicia vindicativa y nosotros no estamos persiguiendo una justicia vindicativa, nosotros buscamos una justicia justa, valga la redundancia, le explica a BBC Mundo.

Gracias a sus gestiones, el atentado de Avianca fue declarado crimen de lesa humanidad en 2009 y por consiguiente las responsabilidades sobre el mismo ya no prescriben.

En octubre de este año, Arellano también consiguió que su padre fuera reconocido como una víctima del conflicto armado colombiano, dadas las vinculaciones con los narcoparamilitares de Escobar.

Hemos conseguido resultados, hemos dado muestras de que las cosas si se pueden lograr, aunque desafortunadamente es una lucha muy desequilibrada, muy injusta, demasiado disímil porque aquí no solamente estamos luchando en contra de los terroristas sino en contra de un estado que es promotor de la impunidad, reclama.

Hemos demostrado que las víctimas de Pablo Escobar sí tenemos rostro, tenemos derechos y tenemos voz. Y Colombia con memoria trabaja para brindarles asesoría, apoyo y solidaridad, eso que el Estado nunca les ha brindado, concluye.