Los abandonados de Quíos: relato de un campo de refugiados
Los abandonados de Quíos: relato de un campo de refugiados
Rodrigo Cruz

¿Y recuerdan qué fue lo peor que vieron?
Nada se compara a lo que pasó en noviembre del año pasado. Ha sido la peor experiencia que hemos tenido. Vimos cómo ese grupo de fascistas se subieron a las paredes que rodean el campo de refugiados para lanzar piedras y bombas molotov a las mujeres, niños y padres que estaban, ahí, abajo durmiendo tranquilos en los contenedores. Tiraban todas esas cosas mientras gritaban enloquecidos frases llenas de odio. Fueron dos noches sucesivas de ataques similares. Varias tiendas se incendiaron. Era como si quisieran matar a todos. Pero lo peor pasó después, cuando llegó la policía. En vez de arrestar a los que ocasionaron los daños, se llevaron a algunos refugiados y a voluntarios para culparlos por lo que había sucedido.

¿Por qué hicieron eso?
Por una razón muy sencilla. El 50% de los policías apoyan a esos partidos fascistas. Y el otro 50% prefiere quedarse callado. Es el mismo silencio que guardan algunas ONG. Como son invitadas por el gobierno para que se instalen en Quíos no pueden denunciar ese tipo de abusos. De modo que los refugiados están varados y solos en medio de una nueva tragedia.

Andrew y Frances Nixeaman, son una pareja de esposos escoses que se mudaron— del 2016 hasta febrero del 2017— al campamento de refugiados de Souda, en la isla griega de Quíos, como voluntarios independientes. Ahí vivieron en carne propia el ataque de un grupo de seguidores de Amanecer Dorado (AD), el partido neonazi griego fundado por ex militares que promueven un discurso xenófobo dirigido, sobre todo, a migrantes de Medio Oriente.

Según el diario británico "The Guardian", el ataque coincidió con la visita de un grupo de diputados de AD a Quíos, un lugar que dicha agrupación cree que se están dando las condiciones para que su discurso antiinmigrantes pueda esparcirse. Ese día no hubo muertos, pero sí varios heridos. Andrew y Frances han estado en otros lugares de emergencia, como en Ruanda, pero dicen que esos meses en la isla superan los límites de la insensibilidad que han visto.

Hace poco más de un año Quíos, una isla de 50 mil habitantes y de 840 kilómetros cuadrados —tres veces más pequeña que la provincia de Lima—, era considerado un sitio seguro para el paso de los refugiados. Era la última parada antes de llegar a Europa. Ahí, en Quíos, se quedaban unos días afganos, iraquíes, iraníes y una gran mayoría de sirios que previamente cruzaban Turquía.

Pero todo cambió a partir de marzo del 2016, cuando la Unión Europea (UE), luego de firmar un acuerdo con el gobierno turco, decidió cerrar sus fronteras a los refugiados, alegando que estaban pasando por una terrible crisis migratoria.   

Cuando recién llegamos a la isla veíamos entre 20 o 30 botes de refugiados que llegaban todas las noches. Ellos dormían unos cuantos días y luego partían de nuevo. Pero desde que Turquía intervino, nada es igual. Es como si los refugiados hayan dejado atrás una guerra, para iniciar otra. Ahora, solo en Quíos, hay un promedio de 3 mil refugiados abandonados en los campos a su suerte. No pueden ingresar a Europa ni tampoco volver a sus países. Aun así, varios se arriesgan e intentan cruzar el mar como pueden. Conocí a uno que trató de hacerlo escondido debajo de un ferry y perdió un brazo. También están los que son secuestrados por traficantes de personas. En la mayoría de casos, mujeres y niños que son llevados para ser explotados sexualmente en Europa.

Hay quienes dicen que la isla es una bomba de tiempo. Otros que simboliza el fracaso de Occidente frente a la huida de miles de migrantes por la Guerra en Siria. Lo cierto es que la situación que se vive en Quíos es cada vez más tensa. Si antes un gran número de residentes ayudaban a los refugiados, hoy son menos.  

 
Algunas de las bombas utilizadas por los seguidores de Amanecer Dorado durante el ataque al campamento de refugiados (Foto: Andrew Nixeaman) 

Algunas de las bombas molotov utilizadas por los seguidores de Amanecer Dorado durante el ataque al campamento de refugiados (Foto: Andrew Nixeaman)

Una de las principales fuentes de ingreso de Quios es el turismo. "The Guardian" asegura que la permanencia de los refugiados ha derivado en un problema de convivencia. Algunos residentes reclaman que ya no llegan turistas como antes. También se han reportado enfrentamientos entre ambos bandos. Por razones como esas, grupos como AD ven en esta isla un terreno fértil. 

A principios de año, el gobierno de Grecía denunció una falta de solidaridad europea y el fracaso de su sistema de recolocación. Solo en ese país hay cerca de 62 mil refugiados que están en el limbo. Es decir, a la espera de si pueden solicitar un asilo a Europa o son regresados a Turquía. Mientras tanto, son ubicados en campos de ACNUR, otros se instalan en campamentos informales. En esos lugares viven con lo que huyeren y de la caridad de organizaciones civiles.

Según ACNUR, la guerra en Siria desde que comenzó, en el 2011, ha generado 4,9 millones de refugiados. Europa cerró el año pasado con un total de 1,2 millones de solicitud de asilo, siendo Alemania, con seis de cada 10 pedidos, el destino más solicitado. Aun así, se calcula que medio millón de refugiados ingresó a dicho continente durante en ese mismo periodo de manera irregular.

Primero hay que tener claro una cosa, ellos no tienen la culpa de lo que están viviendo. Son gente ordinaria, gente como cualquiera. En los campos hemos visto a doctores, profesores, personas que dominan varios idiomas. Solo que han pasado por la desgracia de que la guerra ha estallado en su país y se han visto obligados a irse. Pero ahora con esta situación viven una nueva tragedia. Y también esa contradicción de países como el Reino Unido, que dicen estar con los refugiados, pero a la vez llenan de bombas el Medio Oriente. Lo que hace este drama un círculo vicioso.

¿Para ustedes, qué significa Quíos?  
Una vergüenza. El fracaso de una crisis humanitaria. Es llegar a un lugar y ver cómo las personas son arrimadas como animales. En todo caso, si esto responde a un temor de que si los refugiados son bien tratados, van a venir más, pues se están muy equivocados. Sería darle la razón a esos movimientos antimusulmanes que dicen que los del Estado Islámico llegan en esos botes. Nosotros nos preguntamos, ¿no se dan cuenta de ese clima de tensión que están creando? No digo que los refugiados se conviertan en extremistas, pero sí en una población resentida.  

Hijos de refugiados sirios jugando en el campo de Quíos (Foto: AP)

Hijos de refugiados sirios jugando en el campo de Quíos (Foto: AP)

Antes de viajar a Quíos, Frances y Andrew trabajaban en Escocia para organizaciones caritativas. Grupos que ayudaban a drogadictos, alcohólicos, personas en general con problemas mentales. Cada vez que podían viajaban a lugares de emergencia. Algunas veces iban con sus dos hijos. Como en Ruanda en 2015. Hasta que escucharon el paso de los refugiados en Quíos.

Al campamento de Quíos llegaron en enero del 2016. Estuvieron tres semanas. Conocieron a un grupo de voluntarios independientes. Hicieron conexión con el drama que ahí se vivía. Se sintieron más útiles que en otros lugares. Volvieron en abril, cuando la situación empeoró con el cierre de las fronteras de la UE. Se quedaron 11 meses costeándose sus propios gastos.

¿Por qué decidieron marcharse de la isla?
Después del ataque de noviembre, nosotros volvimos a Escocia para pasar la navidad. Ahí aprovechamos para enviar cartas a diferentes embajadas europeas denunciando lo que habíamos visto. Hasta que recibimos una llamada de la Embajada de Grecia. Nos preguntaron si estábamos reportando lo que había pasado esa vez en el campo. Entendimos el mensaje: si nos queríamos quedar en Quíos teníamos que aceptar las condiciones que nos imponían. Es decir, el silencio. Así que decidimos no regresar. Es difícil estar en un lugar como ese y sentir que no puedes reportar nada. ¿Qué solución se puede encontrar bajo ese método?   

Andrew y Frances Nixeaman en Lima. Llegaron como exponentes del Censurados Film Festival, dedicado a la crisis de refugiados en Europa. (Foto: Difusión)

Andrew y Frances Nixeaman en Lima. Llegaron como exponentes del Censurados Film Festival, dedicado a la crisis de refugiados en Europa. (Foto: Difusión) 

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