Repisas bien surtidas en una tienda de Glasgow. El licor barato ya está prohibido en suelo escocés. (Reuters)
Repisas bien surtidas en una tienda de Glasgow. El licor barato ya está prohibido en suelo escocés. (Reuters)

Dos cosas se nos vienen a la mente a los peruanos cuando escuchamos pronunciar Escocia: el partido con debut triunfal en el Mundial Argentina 78 y, cómo no, el whisky.

De que el fútbol y el alcohol no son del todo compatibles, para los jugadores profesionales claro está, puede dar fe justamente aquella selección escocesa que Cubillas y compañía despacharon hace 40 años.

En esa Copa del Mundo, al cuadro británico le tocó jugar sus dos primeros partidos en Córdoba y el último en Mendoza. Una de las historias al margen del rectángulo de juego de ese torneo cuenta que –cuando tocó cambiar de ciudad– de las habitaciones de los jugadores en el hotel cordobés se recogió una copiosa cantidad de botellas vacías de whisky y otras bebidas espirituosas. Para más bochorno, uno de sus futbolistas dio positivo en un control antidopaje por consumo de un estimulante.

Escocia pugna hoy por volver a un Mundial (el último que jugó fue Francia 98), pero –mucho más importante– se afana en combatir los daños y estragos que causa el alcohol, reflejados en el incremento anual de muertes por su uso en exceso y en el aumento de la criminalidad.

Luego de una batalla judicial de años con la Asociación Escocesa del Whisky, este mes ha entrado en vigor una ley que fija un precio mínimo al alcohol, una medida pionera en el mundo.

Una botella de 700 ml de whisky en Escocia no puede venderse hoy por menos de 14 libras esterlinas (unos 18 dólares) y una de vino debe costar por lo menos 4,70 libras esterlinas (casi US$7).

Cifras que marcan
Alison Douglas –directora de Alcohol Focus Scotland, una organización para la prevención del alcoholismo– es una de las más entusiastas con la nueva legislación.

“Va a salvar vidas y reducirá la criminalidad. La mitad de los delitos que se cometen en Escocia están relacionados con el consumo de alcohol”, dijo.

En cuanto a los efectos letales, en el 2016 se registraron 1.265 muertes relacionadas con el consumo elevado de alcohol en Escocia, lo cual supuso un preocupante crecimiento del 15% respecto al año anterior.

“El problema del alcoholismo no solo está relacionado con bebedores dependientes o personas sin hogar. La realidad es que uno de cada cuatro escoceses bebe por encima de lo que recomiendan los médicos”, remarcó Douglas a la agencia Efe.

¿Tanto se bebe en Escocia? Según un reportaje de la BBC, el consumo anual por persona bordea los 12,2 litros; en las vecinas Inglaterra y Gales el promedio anual es 9,7 litros por cabeza.

¿Será efectiva la ley del precio mínimo? Es muy temprano para saberlo, aunque fórmulas mágicas no hay.

Pero bien vale escuchar el testimonio que le dio Audrey Duncan, una ex alcohólica, a la agencia AFP: “No creo que el precio mínimo me hubiera desanimado en mi peor etapa, pero seguro que me habría quedado sin dinero mucho antes”.

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