Los desfiles del carnaval de Rio de Janeiro ofrecen un despliegue de fantasa y de cuerpos esbeltos con atavos de ensueos, pero los bastidores del mayor espectculo de la Tierra se hallan en una calle mugrienta con cloacas a cielo abierto.

El contraste entre las luces del Sambdromo y sus inmediaciones parece encapsular las desorientadoras y a menudo dramticas contradicciones de Brasil.

En la pasarela de 700 metros, con tribunas que dan acogida a 70.000 espectadores, desfilan las escolas do samba (escuelas de samba) haciendo gala de una precisin castrense y de un desborde de imaginacin que encandila los sentidos con sus colores, ritmos y danzas vitales y sensuales.

Cada escuela alinea a unos 3.500 figurantes que avanzan por la famosa pista en bloques, alternando con las carrozas alegricas, cubiertos de lentejuelas y plumas y con los cuerpos untados con aceites que realzan todos los reflejos de la noche.

Pocos minutos antes, sin embargo, se hallaban concentrados bajo la luz mortecina de la Avenida Presidente Vargas, que corre junto a un canal cargado de aguas residuales y de todo tipo de pestilencias.

En el Sambdromo, todo es sueo, pero aqu estamos en la realidad, que no es ningn sueo, afirma Georgina de Oliveira, una mucama de 62 aos, que hace fila frente a uno de los ftidos baos qumicos instalados en la avenida.

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Rio, entre la bella y la bestia

En la avenida Presidente Vargas se alinean carrozas y figurantes y se ultiman maquillajes y vestuarios antes de la irrupcin en la clebre pasarela.

La importante arteria est cubierta de graffitis. Un imponente edificio, que en una poca fue un hospital universitario, se halla abandonado, aunque en su entrada conserva el letrero: Al servicio de la comunidad.

La va, que conecta la empobrecida zona norte al centro de Rio, se puebla durante el carnaval de colores y de ritmos que emanan alegra.

El domingo por la noche, en la atiborrada avenida uno poda toparse con guerreros africanos corriendo junto a participantes disfrazados de cuchillos y tenedores, a mujeres de largas piernas con diminutas tangas brillantes o a un enorme emperador romano consultando su telfono celular.

Muchos aguardan su turno sentados en el piso, escoltados por las descabelladas carrozas del tamao de un autobs, transformadas en manadas de camellos dorados o en un palacio rabe.

Dara para evadirse por un momento de la realidad, si no fuera por la combinacin de olores que proceden del canal, de los baos y de las alcantarillas cargadas de orn y cerveza.

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Consuelos

El municipio evala en cerca de 1.000 millones de dlares el aporte del carnaval a la ciudad. Poco y nada de esa suma se destinar a mejorar los bastidores del Sambdromo ni el sistema de cloacas de la zona. Y los pobres buscan expedientes para sacar alguna tajada de ese intempestivo aflujo de pblico y dinero.

Jonathan Torres Ribeira, de 23 aos, recoge para reventa latas de cerveza y gaseosas; en 24 horas puede ganar 500 reales (160 dlares), diez veces ms que en un da normal.Su principal dificultad es cargar su bolsa de latas en medio de una multitud disfrazada de dioses solares, de vegetales, de peces o de los ms inverosmiles motivos.

Es realmente difcil circular, afirma.

En la otra orilla del canal, se aglomeran personas que observan, gratuitamente, el ingreso de las formaciones en el Sambdromo.

Elaine Pereira da Costa, de 60 aos, balancea con tristeza la cabeza cuando se le pregunta sobre esa extraa proximidad entre esplendor y miseria.

El gobierno quiere dinero y eso es todo, afirma la mujer, hacindose eco del descontento de la poblacin contra los polticos desprestigiados por los escndalos de corrupcin. Pueden verte aqu tapndote la nariz, pero no les importa nada, agrega.

Pero cuando la escola Uniao da Ilha se agrupa despus de horas de espera y empieza a avanzar, su expresin se trastoca.

Mira qu belleza!, le dice a su cuada, admirada por la colorida oleada que avanza en perfecta armona. Santa Virgen, qu belleza!, repite.

Fuente: AFP