El fujimorismo y los derechos humanos, por Ernesto de la Jara
El fujimorismo y los derechos humanos, por Ernesto de la Jara

Soy de los que cree que hablar de fujimorismo y derechos humanos es una contradicción en sí misma insalvable. Pero veamos qué nos plantea Fuerza Popular en su plan de gobierno, y apreciemos su coherencia o contradicciones con lo que hicieron cuando fueron gobierno por más de diez años.

Keiko Fujimori propone que impulsará medidas para que se recuperen los cuerpos de los desaparecidos. ¿Qué pesa más? ¿Estas pocas palabras o la existencia durante la década de 1990 de un grupo asesino, el destacamento Colina, que a los pocos meses del autogolpe del 5 de abril asesinó y desapareció a los estudiantes de La Cantuta, a los pobladores del Santa y Pativilca, al periodista Pedro Yauri y a tantos más? Grupo al que el presidente Alberto Fujimori felicitó mediante una carta y del que Keiko no ha dicho ni una sola palabra. 

Se propone también erradicar la impunidad. Sin embargo, los de Fuerza Popular se olvidan de que fueron ellos quienes dieron las leyes de amnistía en 1996. Está escrito asimismo que les preocupan las malas condiciones carcelarias. Sin embargo, cuando el fujimorismo gobernó, no tuvieron ningún inconveniente en construir cubículos unipersonales, en los que el preso debía estar 23 horas y media, sin recibir visitas durante el primer año. Condiciones carcelarias inaceptables para cualquiera, pero que también se les aplicó a los cientos y miles de inocentes que fueron injustamente condenados por la legislación antiterrorista que se promulgó al poco tiempo del autogolpe. 

En el plan se afirma que quieren disminuir la violencia contra la mujer. ¿Cómo dejar de asociar, frente a este deseo, las esterilizaciones forzadas de miles de mujeres (no unas cuantas), o no acordarse de las represalias y maltratos que sufrió Susana Higuchi, la madre de la candidata a la presidencia por Fuerza Popular, quien entonces usurpó las actividades propias de la primera dama?

Se afirma que no se le ha agradecido suficientemente a nuestras Fuerzas Armadas por defendernos frente al terrorismo, cuando fue el gobierno al que perteneció Keiko el que las corrompió, determinando que muchos de sus generales y coroneles terminaran indignamente presos. 

Se sostiene que continuarán con las reparaciones a las víctimas de la época del terrorismo. Pero el problema es que los fujimoristas siguen creyendo que las violaciones de derechos humanos fueron excesos aislados, cometidos por malos elementos de las Fuerzas Armadas y policiales. (¿Solo excesos con 16.000 desaparecidos?). En cambio, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) concluyó que estas violaciones fueron sistemáticas, por lo menos en determinadas zonas.

Se plantea como punto pendiente las reparaciones relacionadas con fuerzas de seguridad. ¿Pero qué hicieron ellos, aparte de sacar a los discapacitados uniformados a desfilar en Fiestas Patrias o de llevarlos a las ceremonias en las que Fujimori acostumbraba despotricar contra los derechos humanos?

Sobre el informe de la CVR , en el plan de Keiko se vuelve a decir que cumplirá con sus recomendaciones, lo que implica que no lo ha leído bien, pues en dicho informe se le otorga responsabilidad penal a su padre por graves violaciones de derechos humanos, por lo que no podría ser indultado ni absuelto.

En lo que sí son coherentes es que siguen pensando que los tribunales internacionales sirven para defender a los subversivos. Solo así se entiende que se limiten a decir que reforzarán los mecanismos de vigilancia en relación con ellos, y a evitar decisiones en contra, especialmente indemnizaciones para los terroristas. Un poco más y plantean el retiro de la competencia de la Corte Interamericana, tal como lo hizo Fujimori a fines de la década de 1990.

Sobre los otros derechos humanos, ya no vinculados a la violencia política, como salud y educación, el plan es una concatenación de lugares comunes y buenos deseos. En términos generales, el plan parece a esos libros de Educación Cívica que nadie lee o esos códigos de ética que todos los pueden firmar, incluidos los más sinvergüenzas.

Sobre la multiculturalidad de nuestro país, solo se aborda a nivel de conflictos, cuando los pueblos indígenas son mucho más que un problema, al ser una riqueza que hay que ayudar a sobrevivir según sus propias culturas.

Un último punto fundamental: no se hace ninguna alusión a los derechos de las parejas del mismo sexo, ni a derechos sexuales y reproductivos. Elocuente.