(Foto: AFP)
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La partida de Fidel Castro me ha recordado mi primer destino diplomtico, hace treinta aos en La Habana, que dur casi siete aos, en que tuve la oportunidad de participar en la solucin del diferendo por el ingreso de cubanos a nuestra sede diplomtica. El tiempo transcurrido en ese destino, junto con las obvias necesidades funcionales, me obligaron a tomar conocimiento preciso del tema a travs de quienes participaron directamente en la etapa inicial y, por cierto, participar en sus ltimos desarrollos.

El 4 de abril de 1980, el Gobierno de Cuba retir la proteccin policial que prestaba al local que albergaba la residencia y las oficinas de la Embajada del Per, como respuesta por la negativa peruana de entregar a 12 cubanos que haban forzado su entrada a la sede tres das antes.

En pocas horas, multitudes derribaban las rejas perimetrales de la embajada, con frente a la Quinta Avenida, y al da siguiente miles se encontraban dentro de la residencia y en sus jardines, solicitando proteccin diplomtica y facilidades para emigrar. Ante la magnitud del fenmeno, el Gobierno Cubano tom accin, con vallas y controles policiales, para impedir la llegada de ms personas.

En los meses previos, haban ocurrido varias situaciones de menor magnitud en nuestra embajada y otras sedes y las relaciones bilaterales no estaban en buen momento. El encargado de negocios interino era el primer secretario Ernesto Pinto-Bazurco Rittler, apoyado por un tercer secretario recin trasladado, Gustavo Gutirrez. La embajada inform de inmediato a Lima sobre el levantamiento de la seguridad externa y, de manera continua, sobre lo que sigui ocurriendo.

El Gobierno del Per, confrontado a esta crisis diplomtica de serias connotaciones humanitarias, desech la opcin de permitir el desalojo de los hombres, mujeres y nios que ocupaban casi toda la embajada, con excepcin de un pequeo anexo donde funcionaban las oficinas. As se le comunic al encargado de negocios interino y, el 6 de abril, el canciller Arturo Garca design a cuatro diplomticos en una misin especial que parti al da siguiente, dirigida por el consejero Armando Lecaros de Cossio, designado nuevo encargado de negocios a.i., para establecer el dilogo con el Gobierno Cubano y organizar el manejo de una situacin potencialmente explosiva.

La noche anterior, una vez que la polica retom el control de los exteriores, Fidel Castro se acerc a observar lo ocurrido y convers con el secretario Pinto en el interior de su vehculo. Dicho funcionario inform a Lima ser portador de un mensaje para nuestro gobierno y fue autorizado a venir de inmediato. No regres a Cuba.

La misma noche de su arribo, con apoyo de jvenes cubanos que estaban adentro, los funcionarios de la misin especial hicieron un censo de los ocupantes, llegando a establecer que haba ms de 10.800 personas en la embajada. Los datos personales, nombres, edades, gnero y ocupacin fueron cuidadosamente procesados y remitidos a la cancillera peruana.

El entonces consejero Lecaros abri un canal de dilogo con el vicecanciller Ricardo Alarcn para solicitar facilidades, atencin mdica, sanitaria y alimentacin para los ingresantes. Reiter que el Per no poda obligar a esas personas a dejar la sede. El Gobierno Cubano manifest que ninguna persona sera autorizada a viajar al exterior directamente desde la embajada. A continuacin, mediante altavoces, hizo la misma advertencia a los ingresantes e instal carpas en los alrededores de la embajada, donde se entregaran pasaportes, sin precisar restricciones. El Gobierno Cubano se hizo cargo de la distribucin de alimentos, que dadas las condiciones, resultaba insuficiente.

El abandono voluntario de la embajada comenz y se multiplic apenas trascendi que muchos de los que salan reciban sus documentos de viaje. Muchos formaran parte de la emigracin masiva por el puerto de Mariel, impulsada por el Gobierno Cubano.

Paralelamente, el Acnur estableci contacto con el Gobierno Peruano y otros, a la expectativa de que pudiera generarse una emigracin organizada de cubanos an renuentes a abandonar la sede. La negociacin diplomtica, una vez aliviada la presin y con dicho apoyo, permiti esta emigracin, en varios contingentes, durante los siguientes dos meses. Ms de 30 personas no autorizadas fueron trasladadas a un local especial bajo la custodia compartida del Per y de Cuba. Al ao siguiente, en 1981, y luego de discretas conversaciones en Lima, una nueva misin especial, conformada por el seor Peter Cannock y el entonces consejero Jorge Voto Bernales, consigui la salida de la embajada de 19 personas con garantas y posibilidad de gestionar su emigracin.

Luego de ello, se decidi, ya durante el primer gobierno del presidente Alan Garca, invertir el paradigma: en vez de que el tema de los ingresantes impidiera el mejoramiento de las relaciones, mejorarlas para que ello permitiera una solucin. A la sazn, tres permanecan an en un local de la embajada.

El 10 de abril de 1986 se restituy el nivel diplomtico, tocndome llegar a Cuba con el nuevo embajador, Carlos Higueras. La misin Higueras, adems de recuperar una relacin histrica, que se remonta a la propia guerra de independencia cubana con la participacin de hroes peruanos como Leoncio Prado, impuls el intercambio cultural, econmico y de cooperacin y, ciertamente, se concentr en buscar resolver el asunto de los ingresantes.

Fue en 1988, durante el viaje a una reunin multilateral del entonces canciller Luis Gonzales Posada (acompaado por el embajador Ricardo Luna) que se abord con el propio Fidel Castro, en un dilogo abierto, la solucin de este irritante bilateral. Se logr un compromiso sencillo, basado en garantas cubanas que estas personas, previo trmite migratorio, podran abandonar el pas hacia el Per y de all, si as lo deseaban, a otro pas que les diera visa.

Los ltimos tres ingresantes dejaron la proteccin diplomtica del Per en 1989.