(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).

Estados Unidos está en riesgo por otra “Misión cumplida”. El 19 de diciembre pasado, el presidente declaró en un tuit: “Hemos derrotado a ISIS en , mi única razón para estar allí durante la presidencia de Trump”. Trump está en lo cierto al afirmar que Estados Unidos ha hecho un progreso tremendo en contra del [también conocido como ISIS]. Nosotros hemos tenido el honor de apoyar esa misión desde la Casa Blanca durante dos administraciones como altos funcionarios para la lucha contra el terrorismo. Pero el Estado Islámico no ha sido “derrotado”, y nuestra misión en Siria no ha sido cumplida plenamente.

El reciente ataque terrorista al mercado navideño de Estrasburgo (Francia) que dejó cinco muertos y al menos una docena de heridos sirve como un recordatorio demasiado vívido de que la amenaza planteada por el Estado Islámico persiste. Con el atacante muerto, el Estado Islámico ahora ha reclamado el ataque como suyo. Afortunadamente, estos tipos de ataques yihadistas en Occidente se han vuelto notablemente más extraños y pequeños en comparación con hace apenas tres años, cuando los ataques horrendos en París y San Bernardino (California) ensombrecieron la temporada de vacaciones del 2015.

Ha habido un progreso notable contra el Estado Islámico en estos tres años, pero quizás la parte más difícil está por venir: abordar los remanentes del núcleo del grupo que todavía se encuentran en Iraq y Siria. De hecho, por todos los éxitos de la lucha contra el terrorismo que Estados Unidos ha logrado desde el 11 de setiembre –y que han sido muchos–, todavía nos falta descubrir cómo pasar de degradar grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico a derrotarlos definitivamente.

No hacerlo puede resultar mortal: después de todo, fueron las brasas aparentemente moribundas de Al Qaeda en Iraq las que surgieron de las cenizas para convertirse en el Estado Islámico, grupo que llegó a controlar un territorio del tamaño de Gran Bretaña. En última instancia, es vital recordar que grupos como el Estado Islámico y Al Qaeda se consideran movimientos sublimes y, por lo tanto, sus ideólogos están convencidos de que fueron a la guerra para cumplir con sus obligaciones divinas, haciendo que los reveses sean simplemente temporales, con remanentes que seguramente continuarán la lucha.

Por lo tanto, mientras miramos hacia el 2019, es importante mantener el enfoque en lanzar un golpe de cuerpo contra los remanentes del Estado Islámico en Iraq y Siria. Ello incluye la erradicación de los últimos vestigios de la red de combatientes del grupo, el apoyo a los gobiernos resurgentes en las áreas que ISIS alguna vez tuvo bajo su poder, el desarrollo de fuentes de inteligencia sostenibles y opciones de aplicación de la ley para la red terrorista del grupo, y el aumento de la presión contra los yihadistas en lo que sigue siendo su virtual refugio seguro: el Internet.

La derrota del Estado Islámico, al menos en Iraq y Siria, comienza con la erradicación de los combatientes restantes del grupo (sus combatientes en otros lugares, como Libia y África occidental, supondrán un desafío considerable para el futuro previsible, incluso mientras continúen los importantes esfuerzos de Estados Unidos contra el terrorismo). Encontrar y atacar a los combatientes del Estado Islámico es un desafío considerable, ya que, en gran parte, se han trasladado hacia un área de Siria en donde la recolección de inteligencia de Estados Unidos puede tener avances menores, donde nuestros socios principales en el terreno –los kurdos sirios– han optado por no seguir, y donde puede haber algún refugio local disponible.

Las áreas en las que se ha eliminado al Estado Islámico con éxito exigen también atención continua. Son la ausencia y la insuficiencia de la gobernabilidad local lo que a menudo permite que los terroristas se afiancen en el primer lugar. Y la letal guerra civil que consume Siria amenaza con dejar grandes zonas del país sin gobierno. Trabajar con socios internacionales para proporcionar los recursos, la capacitación y el apoyo diplomático que son necesarios para que al menos un mínimo de gobierno eche raíces –una alternativa sunita a la horrible marca de gobierno que ofrece el Estado Islámico– es una prioridad urgente no solo por la lucha contra el terrorismo, sino también por razones humanitarias. Y recortar tales recursos en estos momentos constituye una receta peligrosa para una amenaza terrorista recurrente que juega con las propias narrativas de ISIS de que solo ellos son capaces de gobernar, como lo intentó el grupo durante un tiempo.

El Estado Islámico ya se ha adaptado a su control territorial reducido al establecer una red subterránea que, desde las sombras, puede infligir violencia desestabilizadora en Siria y en Iraq, y potencialmente en toda la región. Esta es la misma retirada desde la insurgencia terrorista hacia la red que vimos con Al Qaeda en Iraq; y exige la construcción de capacidades de inteligencia de EE. UU., Iraq y otros socios para penetrar en la red mediante la interrupción de sus ataques, la incautación de sus fondos y la detención de quienes la mantienen.

Incluso con la reducción de sus posesiones territoriales, el Estado Islámico podrá radicalizar y movilizar a sus seguidores mientras conserve un refugio virtual en línea. Las compañías de tecnología líderes han intensificado sus esfuerzos para erradicar la presencia de terroristas en sus plataformas, pero estos se han adaptado, alterando su contenido y regenerando las cuentas de manera que desafían el enfoque de las compañías conectándose con sus potenciales seguidores solo el tiempo suficiente como para desplazar a esos seguidores hacia chats encriptados de extremo a extremo a fin de evitar la detección. Estados Unidos debe liderar el camino compartiendo, en la medida de lo posible, la información en línea sobre las tendencias y tácticas terroristas con las empresas a fin de que estas puedan usar herramientas nuevas y emergentes para oponerse a los terroristas.

Despojar al Estado Islámico del territorio e incluso a sus combatientes no es lo mismo que derrotarlo. Forzado a partir de un reducto, reaparecerá en otros lugares, posiblemente en formas menos detectables, pero más letales. No es el momento de terminar la misión, no vaya a ser que pronto nos encontremos frente a un adversario resurgente.

–Traducido y editado–
© The New York Times.