(Foto: Archivo El Comercio)
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Paloma Bellatin

Recientemente este Diario publicó un sobre el alarmante aumento de la pobreza en el 2017. No hace mucho, el Perú recibió elogios internacionales por su trabajo en la reducción de la pobreza y la desnutrición. Sin embargo, el año pasado, por primera vez en mucho tiempo, la cantidad de personas bajo la línea de pobreza aumentó en 375.000. Sabemos que esto traerá pérdidas de capital humano y consecuencias económicas, pero ¿qué más sabemos sobre la pobreza y sus efectos? 

La psicología ha abierto nuevos caminos de investigación y nos muestra nueva información sobre viejos problemas. El mes pasado, Richard Webb escribió un artículo en estas páginas titulado “”. En todo el mundo, los estudios psicológicos encuentran nuevos resultados sobre la pobreza y las consecuencias inesperadas de la escasez. En primer lugar, se ha establecido que la pobreza tiene graves efectos en términos de depresión, ansiedad y bienestar psicológico general. Pero sus efectos son más profundos y pueden perpetuar el ciclo de la pobreza. Utilizando experimentos de laboratorio, investigadores de las universidades de Harvard y Princeton descubrieron que el estrés causado por la pobreza lleva a las personas a tomar decisiones económicas de corto plazo y arriesgadas, y que la propia pobreza reduce la capacidad cognitiva y la capacidad para realizar tareas. Este efecto reduce aún más sus posibilidades de escapar de la pobreza. Un agricultor o un trabajador informal no invertirá en activos productivos o ahorrará dinero si no sabe si mañana podrá poner comida sobre la mesa. La pobreza no es solo un número ni una estadística; la pobreza es una fuerza que rompe a las personas y destruye su capacidad. 

Nuestro enfoque tradicional para hacer frente a estos problemas ha sido poner nuestra energía en la generación de empleo o las políticas sociales, ambas muy positivas. Pero ¿son suficientes? Resulta que varias intervenciones han abordado exitosamente la pobreza al enfocarse en sus consecuencias. Aunque algunos dicen que debemos centrarnos primero en el desarrollo económico y al último en la salud mental, la verdad es que estos dos están intrínsecamente relacionados. Hay estudios que demuestran que las sesiones de terapia grupal pueden tener efectos económicos positivos, y que estos pueden sostenerse en el largo plazo. Por ejemplo, el investigador Chris Blattman probó proporcionar dinero en efectivo, terapia o ambos a jóvenes ex combatientes en Liberia. Se trabajó con alrededor de 1.000 de ellos durante 8 semanas. Se encontró que los mejores resultados se obtuvieron en los grupos que combinan transferencias de efectivo y terapia, y que esto redujo la tendencia al crimen y la violencia, y mejoró los ingresos. Del mismo modo, la académica Victoria Baranov trató a las madres que sufren de depresión posparto en Pakistán. Los efectos fueron sorprendentemente duraderos; 6 años después, se descubrió que las madres tratadas tenían mejor control sobre el gasto en el hogar e hicieron mejores inversiones en el bienestar del niño. Estas intervenciones capacitaron a los líderes de la comunidad local y los costos fueron mínimos. 

Tener grupos de discusión que aborden la depresión, el miedo, la incertidumbre y la violencia sería una medida fácil de implementar y agregar a la infraestructura existente en torno a nuestras políticas sociales, en particular nuestro programa de transferencias condicionadas Juntos. No necesitamos un ejército de psicólogos; los facilitadores locales podrían ser entrenados a bajo costo para dirigir grupos de discusión en torno a la fecha de pago mensual de Juntos. Podríamos organizar sesiones de terapia de grupo de madres alrededor de los chequeos médicos que las madres y gestantes deben hacerse. De esta manera, podemos tener un doble enfoque para enfrentar la pobreza

En combinación con las políticas sociales, las intervenciones desde la psicología pueden tener un mayor impacto al abordar la pobreza y sus consecuencias. Este es un momento en el que el nuevo equipo de gobierno tiene una nueva oportunidad para enfrentar estos problemas por adelantado y abordar las razones que hacen que la pobreza sea tan penetrante y duradera.