Señor de los Milagros, por Eduardo Morón
Señor de los Milagros, por Eduardo Morón

Una de nuestras más importantes tradiciones es la procesión del Señor de los Milagros. No hace falta estar en Lima para disfrutar de ella, porque nuestro Cristo Moreno se ha globalizado y hoy uno puede estar en Santiago de Chile y también lo podrá hacer. Escribo esta nota desde Santiago, donde se reúne la Federación Iberoamericana de Seguros.

Uno de los paneles más impactantes de la conferencia ha sido el de riesgos catastróficos. Lo primero a destacar es lo brutal que puede ser la naturaleza y cómo a pesar de las imágenes de destrucción las ciudades se reconstruyen. Para ser resilientes se necesita tener ese riesgo identificado y contar con una estrategia financiera definida. Esta estrategia debe combinar ahorros y algún nivel de aseguramiento que nos ayude a reponer lo destruido.

Esto parece obvio, pero lo cierto es que en el Perú, comparado con la región, lo hacemos pocas veces. Y claramente mucho menos de lo que los indicadores de riesgo y vulnerabilidad indican. Los datos comparativos nos ponen junto con Bolivia y Paraguay como los tres países donde se aseguran menos las propiedades. Es decir, estamos en el grupo de países donde sus ciudadanos gastan al año menos de 100 dólares en seguros por persona para proteger sus propiedades. ¡Y eso que somos un país de propietarios!

¿Qué vamos a hacer si ocurre una desgracia de la magnitud que ocurrió en otros países tan o menos vulnerables que nosotros? Estamos hablando de catástrofes tan grandes que ni siquiera el Estado, aun si estuviese dispuesto, podría atender con sus propios recursos. Tampoco con la oportunidad y la dimensión requerida para reducir el impacto en el bienestar de la población. Lo estándar en el resto de países de la región es que frente a este tipo de eventos catastróficos se promueva el aseguramiento.

Veo que en les molesta esta iniciativa y se pide que confiemos en la prudencia individual o que el Estado ahorre un fondo. El terremoto del 2010 en Chile costó entre 15 y 30 mil millones de dólares. Esto es más del 10% de nuestro PBI. Es iluso pensar que el Estado tiene esa capacidad financiera y es un error de diseño sugerir que la estrategia financiera se base en ahorrar un fondo. Estará muy en línea con la defensa de la libertad individual pero no sirve para protegernos e igual nos terminarán cobrando.

En Chile se quejan de que luego del terremoto del 2010 el gobierno optó por subir los impuestos cuando a pesar de contar con los recursos aseguró muy poco sus bienes. Muchos en el Perú recordarán los bonos de reconstrucción que nos obligaron a comprar a todos los trabajadores formales con el 10% de nuestra remuneración para financiar los trabajos posteriores al fenómeno de El Niño de 1982 y 1983. Por ello, en la reciente reunión de ministros de finanzas de APEC celebrada en Cebú, Filipinas, en agosto, se incluyó responsablemente en el plan de acción el tema de estrategias de financiamiento de catástrofes.

Sigamos yendo a la procesión del Señor de los Milagros, pero no pensemos que es nuestra única línea de defensa frente a catástrofes. Tenemos los recursos privados y públicos, es cuestión de promover sostenidamente una cultura de aseguramiento de nuestras propiedades.