(Iustración: Giovanni Tazza)
(Iustración: Giovanni Tazza)
Fernando de Trazegnies

Hace unos pocos días nos ha dejado uno de los intelectuales peruanos más interesantes y fructíferos. Me refiero a Luis Enrique Tord, historiador, literato y gran amante de todo lo peruano.

Conocí a Luis Enrique hace muchos años y rápidamente encontramos muchos temas de interés común que nos llevaron a fascinantes conversaciones sobre el pasado peruano. Todo lo que decía era tan completo, tan bien armado, que en estas conversaciones uno se sentía retroceder en la historia y disfrutar de un pasado vivo.

En realidad, Luis Enrique era tanto un historiador como un literato. Pero no entendía la literatura como una fantasía sino como una forma hermosa y viva de contar lo que había sucedido en el pasado. Por ello, sus libros nos sumergen en un mundo distinto y nos hacen ver los hechos del pasado como si estuvieran sucediendo hoy y como si nosotros –los lectores– fuésemos parte de ese mundo, que usualmente vemos como muy distante.

Luis Enrique nació en 1942 y fue alumno del Colegio de los Sagrados Corazones Recoleta (Lima). Luego estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima y también en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), donde obtuvo un diploma especial. Es muy significativo y nos permite comprender mejor su vena artística y literaria saber que siguió un curso de Historia del Arte en Cuzco, organizado por el Instituto Nacional de Cultura y la Organización de Estados Americanos.

Es imposible describir en tan corto espacio todos los aportes históricos de Tord, tales como dar a conocer templos del Virreinato, encontrar los artistas que nos dejaron extraordinarias pinturas y muchas otras colaboraciones al descubrimiento de nuestro pasado artístico. Y a ello se le suma una gran cantidad de obras respecto del Virreinato del Perú como pasado histórico. En sus libros encontramos el arte, la pintura virreinal, la escultura virreinal en Arequipa y en el Colca, la imagen de la monarquía inca y española en el arte virreinal del Perú, el Palacio de Torre Tagle y las casonas limeñas, Lima como capital virreinal, la historia, leyenda y tradición de Barranco, distrito de Lima donde vivió los últimos años de su vida.

La poesía no podía estar ausente de ese mundo maravilloso de la mente de Tord. Y es así como escribió varios poemas, tales como “Al dios desconocido”, “El sendero en el agua”, “Origen del sueño” y “Patria interior”. Ya los títulos de estas obras nos revelan la profundidad de su desarrollo.

Pero, sin duda, el aporte mayor de Luis Enrique fue la producción de novelas históricas escritas con el más alto rigor respecto de la verdad de los hechos. La importancia para él de este tema puede advertirse por el hecho de que publica varios textos teóricos sobre esta combinación de la historia con la literatura, como “La ficción de la historia y la verdad literaria”, título notablemente sugestivo.

La primera de sus novelas históricas fue “Sol de los soles” que nos hace literalmente vivir la situación de la conquista. Conforme se va leyendo el libro, el lector se encuentra ante los conquistadores y los miembros de la realeza inca con tanta naturalidad que parecen sus amigos; y, como sucede en la realidad cotidiana, pronto se desarrolla en el lector una simpatía o una antipatía respecto de los personajes de la historia. En otras palabras, uno se siente realmente viviendo en esa época en medio de esa gente. Otras novelas importantes fueron “El palacio del Almirante”, “La montaña roja”, “Diana, verano del 53”. Y las dos últimas: “El imperio en llamas”, donde el lector vive la revolución de los incas contra el gobierno español en el Cuzco, y “Pasiones del Norte”, su última novela, en la que coloca la historia a mediados del siglo XX.

Y no contento con su extraordinaria obra histórico-literaria, Tord quiso además dar parte de su tiempo a colaborar directamente con el desarrollo del Perú. Es así como fue asesor del presidente de la República en materia de asuntos culturales, director del Instituto Nacional de Cultura, jefe del Archivo General de la Nación, congresista de la República, catedrático de varias universidades, regidor metropolitano del Concejo Provincial de Lima y autor de la letra del Himno de Lima. Ha recibido un número muy grande de distinciones tales como premios culturales, nombramientos de profesor honorario de varias universidades e incorporaciones a un gran número de instituciones culturales.

No, definitivamente, Luis Enrique Tord no se ha ido. Sigue aquí con nosotros a través de sus libros y, en general, de todo lo que ha hecho por el Perú.