(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Alfredo Torres

La tarde del miércoles 13, el Gobierno sorprendió al Congreso de la República planteando una cuestión de confianza para su Gabinete. Ipsos alcanzó a incluir el tema esa noche en la encuesta prevista para el día siguiente. Los resultados que publica hoy El Comercio recogen esas respuestas, tomadas al tiempo en que el Congreso debatía el pedido de confianza que, finalmente, fue rechazado por 77 votos a 22.

Si la opinión pública hubiese votado, el resultado habría sido diferente. Entre los informados de la cuestión, 50% consideraba que el Congreso debía brindar la confianza a y 46% que no debía hacerlo. Lo que sí demandaba la mayoría era que Zavala dejase una de las dos carteras que ostentaba. En total, 66% consideraba que debía continuar en el Gabinete, pero solo 9% con ambos cargos. Las opiniones se dividían entre si debía seguir en Economía y Finanzas (29%) o en la PCM (28%). En contraposición, 34% pensaba que debía dejar el Gabinete.

La encuesta también exploró el grado de aceptación que tendrían otros políticos destacados del país en la PCM y el resultado fue que ninguno tendría una aprobación mayoritaria. En todos los casos más del 50% de la ciudadanía desaprobaría la designación. Los que tendrían mayor aceptación serían la vicepresidenta Mercedes Aráoz (39%), la ex candidata presidencial Lourdes Flores (35%), la lideresa de la oposición (33%) y el ex primer ministro Jorge del Castillo (30%). Lo que indica este resultado es que la escasa confianza de los ciudadanos en sus dirigentes políticos es generalizada: no se limita al gobierno.

La decisión del Gobierno de pedir la confianza, a sabiendas de que la perdería, ha sido criticada tanto por tardía, desde las filas antifujimoristas, como por precipitada, desde las filas filofujimoristas. Ambos extremos son discutibles. Si se hubiese hecho antes –cuando la injusta censura a Jaime Saavedra, por ejemplo–, el gobierno habría sido acusado de prepotente y arrogante por enfrentar al Congreso cuando había recibido delegación de facultades apenas 100 días antes. A su vez, si aceptaba sin chistar ahora la segunda censura ministerial, habría reforzado su imagen de debilidad. Probablemente fue el tiempo justo para jugar la carta de la confianza. Más aun cuando podía hacerlo en defensa de la meritocracia en la educación, que cuenta con gran respaldo ciudadano y no de un supuesto acto de corrupción como habría sido en las ocasiones anteriores.

La situación que enfrenta el país hoy es muy delicada, pero podría tener un desenlace favorable si unos y otros actúan con serenidad. Al Gobierno le toca nombrar un nuevo jefe de Gabinete y cambiar a algunos ministros muy desgastados, incluyendo naturalmente a la ministra de Educación. No hacerlo sería desconocer la demanda popular por una renovación. A la oposición le toca darle un voto de confianza al Gabinete recompuesto y pasar la página.

Algunos políticos han sostenido que debería irse todo el Gabinete, incluso los que están haciendo una buena gestión. Eso sería muy irresponsable. No solo porque es muy difícil conseguir profesionales altamente calificados que acepten formar parte de un Gabinete Ministerial, sino porque, incluso para personas experimentadas, toma tiempo entender el funcionamiento de su sector. Quienes sostienen esta tesis no están pensando en el bienestar del país.

Si Fuerza Popular no le da la confianza al nuevo Gabinete, el presidente se sentirá obligado a convocar elecciones parlamentarias. Hace un mes, anticipando este escenario, Ipsos hizo una encuesta de intención de voto parlamentaria para el Servicio de Asesoría Empresarial (SAE) de Apoyo Consultoría. El resultado fue que Fuerza Popular volvería a tener mayoría absoluta. Sin embargo, eso podría cambiar si la ciudadanía percibe que el partido fujimorista se comportó con prepotencia al no dar la confianza a dos Gabinetes sucesivos. Otra conclusión de dicho estudio fue que la gran mayoría de congresistas actuales no sería reelegida debido a la constante demanda de la opinión pública por renovación política.

Es el momento de actuar con serenidad. La ciudadanía estará muy atenta a la conducta de unos y otros. En el corto plazo, el Gobierno debería salir fortalecido con el cambio de Gabinete, pero la experiencia enseña que esta recuperación nunca es muy duradera. En el mediano plazo, la oposición tiene todas las de ganar si se muestra colaboradora, que es lo que demanda la gran mayoría. La historia sancionará con dureza a los políticos que actúen de manera prepotente e irresponsable.