El costo económico de la homofobia, por Adebisi Alimi
El costo económico de la homofobia, por Adebisi Alimi
Redacción EC

Mientras en el Perú un lamentable comunicador radial tiene micrófonos abiertos para decir disparates del tipo “un personaje travestido no puede salir en un medio visual porque va contra la ley”, la barbuda y muy hombrecita Conchita Wurst se hizo con el primer lugar del tradicional festival Eurovisión, un certamen canoro seguido cada año por cientos de millones de personas, incluidos no pocos niños.

Mientras en el Perú el Tribunal Constitucional considera infundado el recurso de un compatriota para cambiar de sexo en su DNI –de masculino  femenino–, mañana se celebra el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia (Idaho, por sus siglas en inglés). En vísperas de esta fecha, ministros de integración, inclusión e identidad sexual de 17 países europeos firmaron en Malta una carta de intenciones en la que se comprometen a garantizar “el reconocimiento legal absoluto de la identidad de género de las personas en todas las áreas de la vida permitiendo el cambio de nombre y género en los documentos oficiales de manera rápida, transparente y accesible”.

Mientras en el Perú a Gise se le lengua la traba para responder que, no tan en el fondo, no está de acuerdo con el proyecto de unión civil, en Estados Unidos la cadena HGTV canceló el lanzamiento de un ‘reality show’ debido a la abierta oposición de sus conductores –los hermanos David y Jason Benham– al matrimonio gay.

Mientras en el Perú el asesino convicto Joran van der Sloot cuenta los días para contraer nupcias con una joven peruana que además está esperando un hijo suyo ("cbsnews.com":https://www.cbsnews.com/ sugiere incluso que tanto el ‘Loco David’ como el ‘Cholo Payet’ estarían entre los pocos invitados a la discreta ceremonia que se realizará en Piedras Gordas), en el Perú a nadie parece importarle un pimiento lo qu e el futuro le puede deparar a ese niño que está por nacer. El ser humano puede cambiar, ciertamente, y nuestra sociedad confía en que incluso un frío homicida, como el holandés, llegue a ser un buen padre. 
 
En ese mismo Perú, sin embargo, un millón de personas habrían prestado su firma para que los homosexuales no puedan casarse y, sobre todo, nunca jamás tengan la posibilidad de adoptar niños. Aunque no hayan matado en su vida ni una mosca. Aunque quieran casarse por una razón tan absurda como el amor y no simplemente para evitar una extradición.