(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Maria Alejandra Campos

El indulto a Alberto Fujimori ha tenido principalmente dos argumentos a favor entre sus defensores. Por un lado, los más enérgicos han esgrimido el meloso y poco creíble mensaje de la reconciliación nacional, que consiste en que los opositores a la medida ‘superen el pasado’, ‘dejen de lado los odios’ y ‘miren hacia adelante’. Dudo, sinceramente, que alguno de los autores de este discurso crea en él de todo corazón, porque la reconciliación, por definición, no puede ser unilateral. 

El otro argumento es que era necesario indultar a Alberto para, irónicamente, debilitar al fujimorismo y desencadenar un enfrentamiento entre keikistas y Kenji-albertistas. Ello aseguraría un mínimo de gobernabilidad a Kuczynski hasta el final de su mandato y disminuiría las posibilidades de Keiko de ganar la presidencia en el 2021. ¿Tiene algo de cierto este argumento? Más allá del Congreso, ¿existe una división del fujimorismo en las calles? ¿El indulto ha afectado en algo las posibilidades de Keiko al 2021?  

Pues resulta que sí. En la última encuesta de Ipsos y El Comercio se preguntó por el desempeño político de Keiko y Kenji Fujimori. El resultado fue que 29% declaraba aprobar a Keiko y 33% a su hermano. Y, en total, algo más de 40% de la población aprueba a uno o a otro. Es decir, el fujimorismo se reparte en dos bandos: algunos keikistas desaprueban a Kenji y algunos kenjistas, a Keiko. 

Entre los que aprueban a Keiko, alrededor de la tercera parte desaprueba a Kenji. Del otro lado, el cisma es más pronunciado. Cerca de la mitad de los que aprueban a Kenji desaprueba el desempeño político de su hermana.  

Las diferencias se encuentran principalmente en el nivel socioeconómico de los entrevistados. Kenji Fujimori ha logrado atraer a una mayor proporción de simpatizantes de nivel A/B. Según la encuesta, el promedio de aprobación de Kenji en estos segmentos es 27%, mientras que Keiko solo es aprobada por el 18%. Más importante aun, Kenji es más fuerte en el NSE C, que es sumamente relevante en el ámbito electoral: 36% lo aprueba y solo 24% aprueba a Keiko. 

Otro hecho importante que registra la encuesta es que es la primera vez, desde que se empezó a medir el desempeño político de los hermanos Fujimori, que Kenji es aprobado por una proporción mayor de peruanos que su hermana Keiko, cuyo respaldo cae por segunda medición consecutiva. Lo más probable es que este cambio se deba al efecto de las investigaciones relacionadas a Odebrecht. No por gusto la corrupción es el segundo problema más importante del país para la opinión pública. 

Así, los dos fujimorismos llegan débiles al 2018. Su electorado se está dividiendo entre keikistas y kenjistas y ninguno de los dos tiene, actualmente, la capacidad de liderar al partido por sí solo. Keiko está implicada en un escándalo que no va a cesar de mermar su popularidad. El efecto del último audio de Marcelo Odebrecht todavía no ha sido medido por las encuestas, pero sin duda va a costarle varios puntos de aprobación. Por otro lado, el menor de los Fujimori es el predilecto de su padre, pero no tiene liderazgo dentro de la mayoría del partido y, luego de su actuación en la vacancia presidencial, es poco probable que esta situación mejore. Además, si bien ha aumentado su popularidad, su perfil aún no es presidenciable: tiene apenas 7% de intención de voto en la encuesta de diciembre de Ipsos y El Comercio. 

El futuro del fujimorismo depende, qué casualidad, de su reconciliación.