(Foto: Archivo El Comercio)
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Pedro Tenorio

Es curioso lo que viene ocurriendo en el fujimorismo dentro y fuera del Congreso: su amenaza política número 1 no está en el gobierno o en cualquier otro partido o movimiento que le dispute su espacio, sino en . Su congresista más votado hace un año es hoy el más disidente. ¿Cómo ocurrió esto? Lo que debía ser un paseo para Fuerza Popular ante un Poder Ejecutivo que necesita del Parlamento para aprobar reformas y gobernar sin sobresaltos se ha transformado en una tarea que, al chocar una y otra vez con Kenji, desnuda las debilidades y contradicciones naranjas. La posibilidad de obtener un indulto para su padre es la piedra angular de este distanciamiento, pero no sería lo único que está en juego.

La existencia de favoritos alrededor de Keiko tomando decisiones en la bancada y relegando a la mayoría –sobre todo provinciana– a un rol de simples ejecutores y mandaderos gatilló en Kenji la oportunidad de afirmar un espacio propio donde la excarcelación de su padre fuera su principal tarea. Sea a través de un indulto o de una ley del Congreso (a la que se oponen públicamente su hermana y demás voceros de la bancada), ahí radica el punto de partida de su disidencia. Es por ello que Kenji, de la mano de sus asesores, viene desplegando una agenda personal donde la reforma de la legislación electoral –sobre todo el retorno a la bicameralidad (tan resistida en Fuerza Popular)–, así como un trato menos beligerante al gobierno –véase su voto de abstención ante el pedido de confianza del entonces ministro de Economía, Alfredo Thorne, y otras invocaciones suyas a trabajar “unidos por el Perú”–, van cimentando un perfil distinto, al punto que voceros como Luis Galarreta y Daniel Salaverry le responden con todo y hasta Víctor Albrecht lo aludió llamándolo “felón” (traidor). ¿Alguien duda de que ataques de tan grueso calibre puedan lanzarse sin el visto bueno de su lideresa?

Aquí lo advertimos hace meses (“¡!” 24/1/2017), cuando era claro que no sería un apéndice más de su hermana y que había entendido que no le bastaría el apellido para ganar espacio y peso político propios. Dejando además su zona de confort como “hijo de” –con el que obtuvo las máximas votaciones al Congreso– para representar la voluntad de su padre y, sobre todo, ganar influencia dentro del partido. Quiéranlo o no los incondicionales de Keiko, Kenji apunta a posicionarse como “el mal menor” interno de cara al 2021. Que lo consiga es otra cosa, pero si obtiene respaldo popular suficiente, su hermana se verá en la necesidad de negociar con él y con su padre, algo que no sucedió durante la última campaña. Keiko se la pone difícil al gobierno, pero Kenji (de la mano de Alberto) se la pone difícil a ella.