La magia terminó, por Carmen McEvoy
La magia terminó, por Carmen McEvoy
Carmen McEvoy

Llego al aeropuerto de la que fue la potencia energética de América Latina y la escalera mecánica se detiene. Decenas de pasajeros, algunos portando equipaje de mano, empezamos a protestar. “¿Qué le han hecho a la escalera?”, pregunta una joven empleada. Luego añade: “no se preocupen, si siguen caminando todo se va a arreglar”. 

La escalera no se arregló y cada cual salió como pudo del accidentado e inesperado recibimiento en tierra de Simón Bolívar. Quizás porque es un fiel reflejo de la manera como los problemas son “resueltos” en una república antes rica y hoy quebrada, esa escena pervive en mi memoria. Y, además, adquiere sentido la frase de Alberto Barrera Tyszka, para quien el principal proyecto del gobierno bolivariano es la “hipnosis” para eximir a los verdaderos responsables de la crisis generalizada denunciando, en cambio, a las “fuerzas ocultas” que “sabotean” al país. 

Uno de los intelectuales que mejor describen la idea de Venezuela como ilusión nutrida por el ‘boom’ petrolero es José Ignacio Cabrujas, para quien la aparición del petróleo creó una cosmogonía y el Estado adquirió un rol providencial. Se institucionalizó la corrupción que hoy destruye a Venezuela y fomentó, al mismo tiempo, un discurso cuasi mágico sobre el rol del Estado del cual el chavismo no ha logrado escapar. Dentro de esa línea, el trabajo de Fernando Coronil Imber es también fundamental. En su recorrido por la Venezuela del siglo XX, el autor destaca tres períodos históricos que corresponden al incremento de la producción petrolera y a la formación de lo que él llama el “Estado mágico”. 

El Estado mágico, ahora ocupado por una vanguardia izquierdista asentada sobre una estructura militar y resabios de viejas administraciones, ha entrado en crisis terminal. De ello da cuenta no solo la infeliz anécdota del presidente Nicolás Maduro hablando con un pajarito, sino las colas gigantescas para comprar todo lo imaginable en el otrora país de los seiscientos billones de dólares de renta petrolera. 

Hoy, miles de niños venezolanos están comiendo avena con agua y muchos padres no pueden mandarlos al colegio porque ya no tienen dinero para alimentarlos. Sin embargo, la sociedad civil no se deja amedrentar. Su actividad no se circunscribe al pedido de revocatoria presidencial, sino a un sinfín de actividades que la mantienen viva y en pie de lucha. 

¿Qué va a hacer el Perú para ayudar a la república de donde salieron los ejércitos que la liberaron del yugo colonial? El gobierno de Maduro se ha reconstituido y se ha vuelto a posicionar en la OEA con sus estados clientes del petrocaribe. 

El pedido de cancelación de la reunión en la que debía  solicitarse la aplicación de la carta democrática para Venezuela es prueba de la presión de un gobierno que incluso bloquea caminos para evitar la validación de las firmas para el revocatorio. Como van las cosas, es muy probable que no haya referéndum revocatorio este año. No solo porque la oposición no quiere iniciar ningún diálogo hasta que el gobierno no se comprometa a liberar a los presos políticos, sino porque el chavismo crea la ilusión de querer conversar cuando su verdadero propósito es ganar tiempo hasta cuando el proceso revocatorio sea irrelevante. 

Su otro objetivo es trasladar la responsabilidad de la falta de avances en el diálogo político a la oposición debido a la posición irreductible para sentarse a dialogar. Los juegos del poder tienen como marco un progresivo deterioro social y la subordinación de Venezuela a los intereses rusos, chinos e iraníes. 

El nuevo gobierno de Pedro Pablo Kuczynski debe apoyar a la oposición democrática y sus intentos de liberar a Venezuela del yugo chavista y de la miseria que ha traído al otrora emporio petrolero. La nueva administración tiene las convicciones para hacerlo y, además, no se encuentra hipotecada al Estado mágico (como desafortunadamente ocurrió con el gobierno saliente del presidente Humala). 

A estas alturas y con el endurecimiento de un régimen que siempre encuentra mil argucias para resistir, la ayuda de la comunidad internacional es fundamental para que Venezuela sea la república fuerte y autónoma que luchó por su libertad y por la de sus hermanas en la épica batalla de Ayacucho, momento culminante de la independencia continental.