(Ilustración: Victor Aguilar)
(Ilustración: Victor Aguilar)

La encuesta de confirma los resultados de las dos anteriores. A saber, que recibe la aprobación que aquí solo tienen los presidentes cuando empiezan (más del 50%) y que la expectativa está personalizada en él. Lo segundo lo demuestra que el flamante primer ministro tenga la mitad de su aprobación; no muy diferente a la de los momentos más difíciles de Zavala o a la de Araoz cuando peleaba contra la vacancia que Villanueva lideraba.

¿Cuáles son los riesgos que enfrenta ahora Vizcarra?

A mi juicio dos que están íntimamente entrelazados. Por un lado la popularidad tenderá a disminuir, dada la enorme distancia que hay entre las demandas al Estado y lo que es posible resolver de inmediato. Asimismo que el destino de este gobierno está entrelazado con el de .

Empecemos por lo segundo. En contraste con Vizcarra que está en su mejor momento, Fujimori enfrenta uno muy difícil. Estar cuarta en aprobación entre posibles candidatos al 2021 (GFK) la coloca en una situación muy deslucida.

Como es obvio, de aquí al 2021, la prioridad de será recuperar una imagen de alternativa viable y deseable para la mitad más uno de los ciudadanos. Para ese objetivo político hoy sería suicida mantener una relación de confrontación con Vizcarra; pero va a empezar a necesitar, poco a poco, ir tomando distancia y subiendo el tono. No olvidemos que la palabra ‘cambio’ y el cuestionamiento frontal a lo que vino antes son valores altamente cotizados en épocas electorales.

El riesgo para Keiko Fujimori se acrecienta porque hay ya un sector que comienza a describir al gobierno de Vizcarra como el resultado de una alianza, por lo bajo, con el fujimorismo. ¿Cuánto de verdad hay en ello? No tengo cómo saberlo, pero no quepa la menor duda de que la afirmación se repetirá con más frecuencia y virulencia conforme se acerque el 2021.

En resumen, si Keiko Fujimori queda asociada como la que sostiene el gobierno de Martín Vizcarra, le podrán otorgar una medalla cívica al final del período por garantizar la estabilidad; pero –y así es de cruel y brutal la política– no será presidenta en el 2021.

Ella sabe lo tremendamente difícil que es ganar una elección, aun siendo abrumadoramente favorita. Por eso hoy que arranca de más atrás, en la que puede ser quizás su última oportunidad, tratará de hilar muy fino en su relación con el Gobierno.

¿Comparte este análisis Martín Vizcarra? Pues no lo sé.

Como era normal, su primer objetivo fue legitimar un gobierno que le garantice al país estabilidad hasta el 2021. Eso ya lo consiguió. La pregunta para él ya no es si llegará, sino para qué llegará.

Es evidente que uno de sus objetivos primordiales tiene que ser que la economía crezca y la pobreza se reduzca. Pero también hay desafíos institucionales que no son contradictorios con lo anterior. Que no necesariamente requieren iniciar una confrontación con el , pero sí al menos atreverse a plantear temas que requieran vencer resistencias dentro y fuera del Parlamento.

En ese marco, insisto tercamente, podría ser su legado el lanzar reformas que nos permitan, del 2021 en adelante, tener poco a poco, una política más honesta y de mejor calidad. Un sueño del 99% de los peruanos.

En ese sentido, fue muy alentador escuchar al presidente Vizcarra en entrevista con la CNN proponiendo restablecer la bicameralidad, revisar el voto preferencial y la cifra repartidora (había que agregar la financiación de dineros ilegales en las campañas y otros temas, pero era ya un gran punto de partida).

Lamentablemente al día siguiente el presidente, casi como disculpándose, dijo que esto no era urgente y que eran temas de mediano y largo plazo; sacándolos, él mismo, de una agenda que no había terminado de nacer.

Por qué lo hizo? Quienes sostienen las tesis de la alianza por lo bajo sugieren que fue para no contradecir al fujimorismo que se opuso a su iniciativa. No lo sé. En todo caso me parece que se cometería un error de fondo al pensar que se requiere primero arreglar la economía y después ocuparse de los temas institucionales. No hay contradicción entre una y otra tarea; por el contrario, lo segundo le da sostenibilidad a lo primero.

Es verdad que mejorar las instituciones tendrá resultados solo en el mediano y largo plazo. Pero esa es justamente la razón por la que hay que empezar de inmediato.

Coda. En la medida en que prácticamente todas las estrategias que lanzamos en nuestra gestión en Interior han sido dejadas de lado o languidecen, tengo gran curiosidad de conocer cuáles van a ser las nuevas que anunciará hoy Villanueva en su reemplazo. (Quizás, si le sobran un par de líneas, podría agregar las razones que los llevaron a desactivarlas o a deshacer los equipos que podían llevarlas a cabo).