El papa Francisco se dirigirá a Palacio de Gobierno luego de estar en Puerto Maldonado. (Foto: Reuters)
El papa Francisco se dirigirá a Palacio de Gobierno luego de estar en Puerto Maldonado. (Foto: Reuters)
Federico Salazar

El ha hecho un llamado a conservar la Amazonía. Dio un mensaje a representantes de algunas comunidades en el Coliseo Regional de Madre de Dios.

El Papa se sitúa al medio de dos extremos: el “neoextractivismo” y el conservacionismo extremo.

Con “neoextractivismo” se refiere a la fuerte presión de grandes intereses económicos. Ellos, agrega, “dirigen su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales”.

El conservacionismo tiene su extremo. Hay movimientos, advierte, que, “en nombre de la conservación de la selva, acaparan grandes extensiones de bosques”. De este modo, “el territorio y los recursos naturales que hay en ellos se vuelven inaccesibles”.

“La defensa de la tierra, dice también el Sumo Pontífice, no tiene otra finalidad que no sea la defensa de la vida”.

No queda claro en su mensaje, sin embargo, cómo se van a obtener los medios materiales necesarios para solventar esa vida.

¿Cómo obtiene el dinero, la técnica, la administración, el conocimiento requeridos? ¿Con qué se construyen y mantienen hospitales (con médicos y medicinas), y escuelas (con profesores y materiales bilingües)?

Si el fin es la defensa de la vida, ¿cómo hacemos para aumentar la esperanza de vida al nacer?

En Lima, en promedio, un hombre llega a los 75 años y las mujeres, a algo más de los 80. En Madre de Dios, los hombres viven en promedio hasta poco más de los 70 y las mujeres, hasta los 76.

La explotación de los recursos naturales trae muchos problemas, ecológicos y humanos. Trae más cuando se hace fuera de un marco legal claro y justo. También, cuando ese marco legal queda pintado en la pared.

Hay que dejar de lado, señaló Francisco, la idea de la Amazonía “como una despensa inagotable de los estados sin tener en cuenta a sus habitantes”.

La “despensa” puede agotarse o puede renovarse. La bucólica imagen bíblica del pastor y sus ovejas nos habla de eso. ¿O acaso el pastor mataba a las ovejas y se quedaba luego sin nada?

La renovación del recurso para la producción solo se ha dado en la historia cuando han quedado claros los derechos de la persona. El derecho a la vida y a la libertad reclaman el derecho a la propiedad.

Como saben los historiadores, donde ha habido derechos de propiedad reconocidos y sistemas de justicia eficientes para proteger esos derechos, los recursos han aumentado sideralmente, en vez de decrecer.

La depredación está asociada, siempre, con la ausencia de derechos reconocidos y con la ausencia o ineficiencia de la justicia.

En un país de muchas nacionalidades, etnias y culturas, el Estado tiene una tarea adicional. Debe armonizar sus derechos consuetudinarios con el derecho formal. Debe, sin duda, integrar las normas de cultura al sistema de normas jurídicas.

Avanzar en ese sentido requiere, ante todo, identificar el problema. El problema no es la extracción, sino la extracción irracional, cuyo ejemplo emblemático es la minería ilegal, con su efecto depredador frente a la naturaleza y frente a los seres humanos.

Hay que ser claros. El papa Francisco no lo ha sido en este aspecto. No debe tener miedo a decir que requiere de la extracción.

No habrá mejora de la calidad de vida si no aumenta la inversión. No cualquier inversión, queda claro, sino la inversión que se hace bajo el dominio de la ley, el derecho y la justicia.

El Estado Peruano tiene una tarea titánica al respecto. No sabemos nada de los planes al respecto. ¿Cuánto se ha adaptado el derecho formal al consuetudinario? ¿Cómo se integra y respeta a las comunidades frente a la inversión en petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales?

¿O el mensaje es que no debe haber ninguna de estas explotaciones en la Amazonía?

La opción por los pobres no debe ser la opción por la pobreza. No parece ser ese el mensaje del papa Francisco. Los pueblos y los gobiernos agradecerán una definición clara al respecto.

Lo que dijo el papa Francisco en Puerto Maldonado no es para desoírlo. Como él mismo ha pedido, sin embargo, a él también hay que exigirlo.