ALAN GARCÍA AND PPK
ALAN GARCÍA AND PPK
Juan Carlos Tafur

El ex presidente Alan García ha sentenciado, en su pretendida calidad de omnisapiente político, que las reformas importantes se hacen al primer año y medio de gobierno o no se hacen.

Bueno, puede hablar por él, ya que en su segundo gobierno solo pergeñó una reforma, una sola, y la llevó a cabo efectivamente en su primer año, cuando promulgó la denominada Ley de la Carrera Pública Magisterial que introdujo elementos meritocráticos en los ascensos y remuneraciones del magisterio. Fuera de ello, Alan García no dio inicio a ninguna otra y si bien la referida fue una reforma muy acotada y parcial, califica como tal.

Pero si lo que el ex mandatario trata de decir es que las reformas requieren niveles de aprobación altos por parte del Ejecutivo y que ello solo se alcanza en los primeros tramos de gobierno, dado que luego se inicia el inevitable camino del desgaste, se equivoca.

Fujimori, en ese sentido, no es una excepción que ponga a prueba la regla, ya que si bien desplegó reformas casi durante todo su mandato, lo hizo imbuido siempre de altos niveles de popularidad y contando además con suficiente mayoría parlamentaria a partir del Congreso Constituyente Democrático.

El mejor contraejemplo del pretendido axioma alanista lo constituye el gobierno de Alejandro Toledo, el que más cambios estructurales emprendió en el período de la transición democrática.

La primera gran reforma toledista fue el proceso de descentralización, que sin duda transformó el país. El régimen de Perú Posible lo llevó a cabo durante los primeros doce meses, promulgó la ley referida en julio del 2002, antes de cumplir un año de mandato.

Pero las otras dos grandes reformas toledistas se llevaron a cabo mucho después, cuando ya la popularidad presidencial rondaba el dígito y nada permitía prever algún respaldo social a las medidas dictadas. Así, cerró la llamada cédula viva, el régimen pensionario de la 20530, aprobando una reforma constitucional en dos legislaturas en el 2004. Ese proceso llegó, inclusive, al Tribunal Constitucional, que sentenció la norma definitivamente en el 2005, apenas un año antes de que Toledo dejara el poder.

Finalmente, la firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos fue más allá y recién se firmó en el 2006, durante los últimos meses del mandato.

Si lo que pretende Alan García es condenar al actual gobierno, ya al borde de su primer año y medio, a la inercia, funge de ave de mal agüero. La historia demuestra que se pueden hacer reformas en todo momento y sin que importe el grado de aprobación popular.

Hace falta voluntad política e inteligencia operativa a fin de generar los consensos necesarios para llevarlas a cabo.

PPK tiene frente a sí el tema de la reforma laboral, la modernización del sector Salud (en Educación ya tiró la esponja), entre otras, que debería proponerse llevar a cabo, sin pensar en calendarios equívocos. Lo último que puede hacer es prestar oídos a las advertencias de quien hizo del pasmo reformista una acción de gobierno.

La del estribo: muy recomendables “La tempestad”, de William Shakespeare, en el Británico, bajo la dirección de Roberto Ángeles, con una lectura particular sugestiva del clásico mundial; y “Savia”, dirigida por Chela de Ferrari, que va en el teatro La Plaza. Muy buen teatro en una cartelera nutrida.