República sin esqueleto, por Carmen McEvoy
República sin esqueleto, por Carmen McEvoy
Carmen McEvoy

“Creo que tenemos muy pocas virtudes en el sentido tradicional de la palabra”, observó hace algunos años , refiriéndose a su Venezuela natal. El problema fundamental, para el autor de “Sembrar el petróleo” (1936), era que a una república sin esqueleto le cayó encima una montaña de recursos que no supo administrar. Ayudado por la renta petrolera, construyó de la débil legitimidad de sus predecesores el aparato político populista que hoy está en la crisis que Uslar Pietri pronosticó: “Si bajaran los precios del petróleo de una manera importante, Venezuela sería un caso para la Cruz Roja Internacional”. Esto debido a la inmadurez política de sus compatriotas, incapaces de entender la debilidad institucional del país.

Sin esqueleto (refiriéndose a la ausencia de instituciones salvo el aparato político populista), y sin una oposición unida y coherente, la república bolivariana –subsidiada por el petroléo– confunde la realidad. Dos de las características de la crisis venezolana son el vaciamiento de la política y el colapso económico. Consecuencia de ello es el realismo mágico, cuya expresión más elaborada es un pájaro hablándole al presidente . Por otro lado, la precariedad material ante la escasez radical: miles haciendo cola –todos los días– para comprar lo básico consume la vida de los ciudadanos. Lo que atenúa, paradójicamente, el malestar frente al gobierno corrupto, cuando la persona sale de la cola con algo en las manos, así sea un rollo de papel higiénico. En ese universo kafkiano, donde la mitad de la población es pobre, hay poco espacio para la democracia liberal.

El agotamiento de los ciudadanos unido al ejercicio violento del poder y el secuestro de todas las instituciones del Estado permiten al régimen proceder sin control. Hay numerosas historias sobre el denominado “autoritarismo anárquico” que reina en Venezuela por no mencionar al “Estado forajido” que –según estudiosos del tema– la gobierna. Desde el médico que es acusado de fascista por denunciar la existencia en su hospital de una grave enfermedad hasta los torturados, como el caso del español Juan Manuel Carrasco, a quien se le introdujo el cañón del fusil en el recto, o el de Gloria Tobón, cuyo expediente se encuentra en la ONU. Además de sufrir descargas eléctricas en el cuerpo, cautiva y con los ojos vendados, Tobón fue amenazada con ser asesinada y enterrada en pedazos. Así, como fueron asesinados hace unos días seis jóvenes con impactos de bala en la cabeza. El 21 de febrero en Caracas fueron encontrados sin vida los cuerpos de Yasmir Tovar y Luis Aranyi García, quienes vivían en la zona popular 23 de Enero e integraban el grupo Resistencia. 

No es posible ser optimista en un país donde el ministro de Defensa llama “documento hermosísimo” a la resolución que autoriza el uso de armas mortales en el control de manifestaciones públicas. Y mucho menos tener esperanza en un lugar donde se secuestran alcaldes y se criminaliza la disidencia. Sin embargo, en medio de la crisis se da un renacer democrático entre la juventud. Porque –según el historiador Germán Carrera Damas– son los jóvenes venezolanos quienes han formulado la agenda política cuando gritan: “Democracia y libertad”. Si a ello le agregamos el clamor por una sociedad de mérito e instituciones, se abre un nuevo capítulo en la vida política venezolana.