Santiago también combate a los moros en Colán, por L. Millones
Santiago también combate a los moros en Colán, por L. Millones
Luis Millones

Hace muchos años, leí en un diario que la escritora María Angélica Ruiz daba cuenta de un festival en la sierra de Lima cuyo argumento seguía de cerca la saga de “Los doce pares de Francia”. La idea me cautivó y, llevado por mi atrevimiento, decidí visitarla y saber más sobre tan interesante forma teatral. 

No sé cómo conseguí su teléfono y la llamé pidiendo una cita, que para mi sorpresa aceptó. Llegué a su casa a eso de las ocho de la noche y le hice preguntas y preguntas durante horas. Su paciencia debió haberle ganado puntos para ir al cielo porque, cuando me retiré, era cerca de la medianoche.

El tema me persiguió y aún me acompaña y carcome la curiosidad. Cada vez que pude, asistí a funciones teatrales de carácter popular, llevando a mi esposa e hijos como asistentes, a los que luego se sumaron los estudiantes de las universidades de Huamanga y San Marcos. 

Otras instituciones descubrieron mi extraña afición y decidieron apoyar este esfuerzo. Recuerdo con nostalgia las veces en que la revista “Bienvenida” incluyó entre sus números mis aventuras tras los actores, música de bandas, danzantes imparables, fuegos artificiales, banquetes pantagruélicos y montañas de botellas de cerveza o jarras de chicha. La figura inolvidable de Cecilia Raffo, leyendo con cariño mis reportes, iluminó con su presencia los trabajos de campo. 

Más tarde, fundaciones como la National Geographic Society y la Japan Society for the Promotion of Science, entre otras, cubrieron los gastos y tuve como compañeros de viaje a personas enamoradas de la euforia y complicaciones del trabajo de campo. Esta vez mencionaré solo a mi colega Hiroyasu Tomoeda y a Denise Leigh, la bella hija de Cecilia, que por razones muy diferentes hicieron que la aventura fuera además un enorme placer. 

Alguien me habló de los moros y cristianos en Colán, y decidí que no me perdería la ocasión. Dividimos el equipo en dos grupos de trabajo: Haydée Quiroz y Nícola Espinosa llegarían unos días antes para recoger los preparativos de la fiesta del “Caballito de Santiago”, como es su título oficial, mientras que los días efectivos de la celebración serían estudiados y fotografiados por Diana Ramos, Yutaka Yoshii, Renata Mayer y yo.

Muy pronto descubrimos que el papel principal de la festividad lo tenía la imagen del apóstol Santiago, glorificado por la reconquista española, en su rol de guerrero contra los musulmanes. Esto hacía mucho más interesante el estudio, ya que Santiago nos era muy familiar por el rol que tiene en las festividades andinas, su relación con el dios incaico Illapa y su vinculación con los ganados y la fertilidad. Pero ninguna de esas atribuciones podía ser relevante a orillas del Pacífico, donde los rayos y relámpagos son desconocidos, y los ganados –aborígenes o de origen europeo– no eran visibles de manera cotidiana.

El trabajo de campo fue interesantísimo. A ello contribuyó el afecto con que nos recibieron los piuranos, incluso antes de salir de Lima. El escritor Miguel Gutiérrez, por ejemplo, nos sugirió buscar el apoyo de Gonzalo Higueras, fino escritor también y propietario de una de las casas señoriales de Colán. 

Una vez llegados, nada superó la acogida de los participantes del festival, que se sometieron con amabilidad extrema a nuestras muchas preguntas, visitas, grabaciones y fotografías, sin un solo gesto de desagrado o agotamiento. Más aun, añadieron información en los temas que quedaron incompletos por nuestra ignorancia.

No es el espacio para describir la fiesta. Hay razones para que en un lugar como Colán la celebración de Santiago Apóstol sea tan hispánica, en una primera mirada, y al mismo tiempo su cercanía al mar nos recuerde lo poco que sabemos de su relación con los habitantes de nuestras costas. Y esto porque la concentración de nuestro precario conocimiento histórico siempre nos ha llevado hacia lo incaico.

No se nos ocurre pensar que hemos agotado el tema, apenas si nos deslizamos sobre materiales que van desde la arqueología hasta la técnica teatral, que nos muestra la diversidad de sus caras, con las que desconcierta a los estudiosos. Otros serán los afortunados que prosigan estas líneas de investigación. Al menos ya dimos un primer paso, ahora es el turno de nuestros lectores.