Suspiros en el puente, por Renato Cisneros
Suspiros en el puente, por Renato Cisneros
Renato Cisneros

Difícil precisar en qué momento la Vía Expresa se convirtió en zanjón ideológico. De pronto se ha vuelto típico transitar por allí y ver colgadas –fuera de temporada electoral– pancartas alusivas a espinosos temas de coyuntura en las pasarelas que cruzan ese amplio corredor que divide la ciudad en dos, que la atraviesa como una cicatriz.

Esos puentes, antes meros cruces funcionales para descargar el tránsito, han devenido en escaparates, en tribunas, en redes sociales al paso donde la población –mediante letreros saturados de mayúsculas, signos de admiración y horrores ortográficos– opina, desfoga, chorrea bilis. Aunque el ejercicio pretende insinuar espontaneidad, se presume digitado. Si hay o no fuerzas políticas detrás, es una especulación a la que todos tenemos derecho.

Los primeros carteles de los que se tiene registro datan del 2013. Ese año, en julio, aparecieron mensajes con la unánime demanda “¡ALAN, RESPONDE POR LOS 7.800 NARCOINDULTOS!”. Apenas un mes más tarde, en medio de una de las tantas crisis de salubridad, los que iban y volvían por el zanjón se distraían leyendo en lo alto una denuncia lacónica seguida de un emplazamiento perentorio: “¡HOSPITALES EN CRISIS! ¡MINISTRA RENUNCIE!”, en alusión a Midori de Habich, entonces titular de ese golpeado sector. Poco después, fechado en octubre del mismo año, un hondo reclamo nacional se distinguió en distintos puntos de la vía: “¡FUERA BURGA!”, utilizándose en ciertos tramos la variante igualmente oprobiosa: “¡LÁRGATE MANUEL!”.

En adelante, la costumbre de embanderar la avenida se volvió vicio y así, en el transcurso de los años, fueron sucediéndose arengas, exigencias y peticiones tan diversas como “¡FUERZA NADINE!”, “¡NO A LA REPARTIJA!”, “¡CAPTUREN A MARTÍN BELAUNDE, CAJERO DE HUMALA!”, “NO A LA REELECCIÓN CONYUGAL”, entre otras.

Ninguna, sin embargo, provocó el ¿debate?, ¿encontronazo?, ¿pugna? que ha generado la serie de carteles más reciente: “¡NO A LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO! / #CONMISHIJOSNOTEMETAS”. Serviría, por cierto, consignar una advertencia al conductor: si usted va a escribir este hashtag, no lo haga mientras maneja.

Sin duda, son tiempos oscuros para los animadores de esta campaña. No del todo recuperados de la portada del decano de hace tres años, donde el congresista Carlos Bruce confesó su homosexualidad, estos cristianos han visto con pánico cómo otras respetadas figuras públicas han seguido los pasos de ‘Techito’ (figuras a las que muchos de ellos admiran o admiraban hasta que, horror, decidieron salir del clóset).

Encima han recibido la ‘mala noticia’ del nuevo currículo de educación básica del Ministerio de Educación, que según ellos busca ‘imponer el aborto y la ideología de género’. Al no concebir la idea de que haya familias distintas de las suyas, es decir, otras formas de amor y de búsqueda de la felicidad, se han sentido llamados a atacar un documento, ciertamente perfectible, que básicamente busca que la sociedad haga lo que en siglos no ha hecho: discutir la sexualidad.

Y como si eso no bastara, ahora se han visto remecidos ante el impacto de una segunda portada de El Comercio, esta vez respaldando el reconocimiento legal de la libertad sexual. Intuyo que ni el propio Oscar Ugarteche es del todo consciente del umbral que ha cruzado al lograr que la justicia peruana le ordene al Reniec registrar como válido su matrimonio con el mexicano Fidel Aroche.

Así trabaja la historia, damas y caballeros. Con conquistas eventuales, pero certeras. Hasta que llegue el día en que aquello que en su momento pareció anómalo, raro, inédito se vuelva, por pura evolución social, normal. Nunca el sentido común se adaptó a las leyes; siempre fueron las leyes las que tuvieron que adaptarse al sentido común. Sugerencia: no hagan hígado, hagan patria. Cualquier tipo de debate siempre será mejor que lloriquear arriba del puente.

Esta columna fue publicada el 14 de enero del 2016 en la revista Somos.