¡Tantos temas que preocupan!, por Enrique Bernales Ballesteros
¡Tantos temas que preocupan!, por Enrique Bernales Ballesteros
Enrique Bernales

Tenía pensado analizar las relaciones Perú-Brasil, tema que requiere de precisiones históricas y documentales que neutralicen comentarios, confusiones y generalizaciones que puedan dañar un vínculo que nuestro país cultiva hace varias décadas, con resultados positivos para ambos países. 

En esencia, toda conducta ilícita, como la corrupción, exige identificar a los actores principales del hecho. Si alguien se ha aprovechado de las relaciones económicas y comerciales entre ambos países, merece una investigación exhaustiva y sanciones severas. Debe quedar a salvo la importancia que para el desarrollo estratégico de los dos países significa una relación de mutua colaboración.

Otro asunto que surgió como una urgencia fue ocuparme del drama que significan esos millones de seres que, para salvar la vida, huyen de la guerra en y se dirigen masivamente hacia Europa. Me conmovió la imagen de , niño muerto encontrado a orillas del mar. 

En el otro extremo me indignó la insensibilidad húngara y su afán de impedir el tránsito por su territorio de miles de migrantes que se dirigen a Austria y a Alemania. Felizmente ha comenzado una oleada de solidaridad mundial que encabezan la Unión Europea, el papa Francisco, las organizaciones humanitarias internacionales y, en nuestra América, Uruguay, al que ya se suman Chile, Brasil y Venezuela. ¿Por qué no, presidente Ollanta Humala, autoriza, como un gesto de solidaridad, ofrecer hospitalidad a familias sirias, cuya marcha y el afán de salvar la vida son hoy la principal expresión de una humanidad que exige la paz? 

Al expresar mi pesar por el sufrimiento sirio, no puedo dejar de recordar las veces en que, como relator especial de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cumplí misiones de riesgo en países con escenarios de guerra: Angola, Kuwait, Croacia, Bosnia, Serbia. En esos lugares, donde antes había existido vida, solo quedaban el dolor, la soledad de ciudades vacías y capturadas por la muerte. De esas misiones aprendí que no hay mayor desastre que las guerras, el odio, la destrucción. En esas circunstancias, la respuesta como primer deber es la fraternidad con quienes sufren y la solidaridad que va de la mano con la justicia.

Debo decir que estos son también los sentimientos que me embargan cuando veo el inhumano cierre de la frontera con Colombia dispuesta por el presidente venezolano Nicolás Maduro, que ya afectó a las poblaciones pobres próximas a ese territorio limítrofe. Asimismo, la amenaza que se cierne sobre millones de migrantes mexicanos si llega Donald Trump a ser presidente de Estados Unidos. También me preocupa cómo acabar con el fanatismo que gobierna el . ¡Cuánto dolor, cuánta muerte! ¿Hasta cuándo?

Sé que muchos lectores me reclamarán unas líneas sobre el Perú. Sí, debo analizar los problemas de la realidad nacional tal como ellos se presentan ahora.

La inseguridad ciudadana, bandas criminales que asolan la tranquilidad y el derecho a la vida de tantos hogares; la fragilidad de las instituciones, el desconcierto creciente ante el gobierno, la corrupción, los conflictos políticos que surgen en torno a situaciones críticas pésimamente manejadas, el ambiguo manejo en torno al lote 192, con una cola de consecuencias inconstitucionales. Además, la lentitud en adoptar medidas de prevención contra el fenómeno de El Niño. En fin, el riesgo de tener que afrontar elecciones generales sin las debidas reformas, y plagadas de ofertas oportunistas y populistas. 

¡Por supuesto que todo esto duele y alarma, y no cejaré de unir mi voz a la de quienes protestan y exigen que se acabe con la impunidad y se recupere esa dignidad que viene de la mano con la justicia, la decencia y la legalidad!