(Foto: El Comercio
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Editorial El Comercio

Después de una comprensible ausencia de las pantallas durante casi un año, el secretario general de Fuerza Popular (FP),, apareció el domingo pasado en una entrevista televisiva en la que abordó diversas materias de actualidad política. Una de ellas, la recurrente especulación que existe en algunos sectores de la opinión pública sobre un presunto interés de su partido por provocar la vacancia del presidente Kuczynski.

En las últimas semanas la especulación ha vuelto a cobrar fuerza, en el contexto de las amenazas de acusación constitucional contra el fiscal de la Nación, cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, el ministro del Interior y hasta contra el propio jefe de Estado, en las que la bancada naranja ha tenido un protagonismo diverso. Y preguntado en la entrevista sobre si él se opondría a cualquier tipo de intento de vacancia, Chlimper respondió de una forma un tanto enigmática.

“Yo me opondría a cualquier tipo de intento político de vacancia, porque no está dado en nuestra legislación”, dijo. Y luego insistió: “político”, concediéndole a ese matiz un valor particular.

Como se sabe, empero, la distinción entre intentos ‘políticos’ y ‘no políticos’ de vacancia no es precisamente académica, y el secretario general de FP tampoco explicó cómo debíamos entenderla dentro de su código personal. Sin embargo, con cargo a establecer qué entiende él exactamente por esa expresión (recordemos que, en octubre del año pasado, al ser designado integrante del directorio del BCR, escribió en su cuenta de Twitter: “No haré declaraciones políticas por este medio” y pensemos luego en el tipo de mensajes que, a pesar de ello, ha colgado desde entonces en las redes), se pueden derivar de sus palabras algunas conclusiones.

Por lo pronto, si los intentos ‘políticos’ de vacancia no están comprendidos en nuestra legislación, debemos suponer que los ‘no políticos’ (y a los que no se opondría) serían aquellos que sí lo están. Lo que nos lleva a revisar el artículo 113 de la Constitución, en el que se establecen taxativamente los casos en los que la vacancia presidencial procede. Estos son: 1) Muerte del presidente; 2) Su permanente incapacidad moral o física, declarada por el Congreso; 3) Aceptación de su renuncia; 4) Salir del territorio nacional sin permiso del Congreso o no regresar a él dentro del plazo fijado; y 5) Destitución, tras haber sido sancionado por alguna de las infracciones mencionadas en el artículo 117 del mismo texto constitucional. Estas últimas son: traición a la patria; impedir las elecciones presidenciales, regionales o municipales; disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el artículo 134 de la Constitución; e impedir la reunión o funcionamiento del Congreso mismo o el del Jurado Nacional de Elecciones y otros organismos del sistema electoral.

Ahora bien, en la medida en que los escenarios contemplados en los numerales 1, 3, 4 y 5 no requieren interpretación ni apoyo –el presidente muere o está vivo, presenta su renuncia o no, viaja con permiso o no, etc.–, es razonable asumir que el único intento ‘no político’ de vacar a un presidente respecto del cual el respaldo o la oposición resultaría relevante sería el que permite el numeral 2: la declaración por el Congreso de la permanente incapacidad moral o física del presidente (de ingrata recordación, dicho sea de paso, para el fujimorismo). ¿Es a esa posibilidad a la que se estaba refiriendo de modo tan hermético el señor Chlimper y a la que no se opondría?

A decir verdad, valdría la pena que lo aclarase, pues, a la luz de las últimas revelaciones sobre la declaración de Marcelo Odebrecht ante los fiscales peruanos en las que el actual presidente ha sido comprendido, y de las que hablamos el miércoles en estas páginas, sus palabras adquieren una resonancia inquietante.

Sobre todo si recordamos que, hacia el final de la entrevista, Chlimper remarcó que “es muy importante por la salud del Perú” que se conozca que “una muy pequeña minoría de preguntas [durante el interrogatorio a Odebrecht] fueron vinculadas a Keiko” y “una larga mayoría se refería a personas de la vida pública y privada del pasado y del presente en el Perú”.

No estamos para adivinanzas.