Editorial: Comunión sin confesión
Editorial: Comunión sin confesión

La lideresa del PPC, Lourdes Flores, sorprendió el último domingo con una entrevista en la que estrenó una afinidad con el Apra y Alan García que contrasta con la tensa confrontación que protagonizaron ambos las dos veces que compitieron por la presidencia (las elecciones generales del 2001 y del 2006). “Yo dije con el Apra ni a misa… hoy hasta comulgaría”, fue exactamente lo que declaró la política socialcristiana, recurriendo a las metáforas litúrgicas a las que es afecta.

El pañuelo que lanzó fue, por cierto, rápidamente recogido por el ex presidente, quien contestó escribiendo en su cuenta de Twitter que “Lourdes Flores expresa el socialcristianismo, comprende el Estado y coincide en las metas del desarrollo social y económico [del PAP o de él mismo, se entiende]”. Aprovechó, además, para recordar la circunstancia en que, allá por 1978, la izquierda le propuso al fundador del PPC, Luis Bedoya Reyes, presidir la Asamblea Constituyente, pero él y todos los miembros de bancada votaron por Haya de la Torre. “Con nobleza”, puntualizó García. Y las especulaciones sobre una inminente alianza electoral entre los dos partidos no se hicieron esperar. 

Por supuesto que la cordialidad y las buenas maneras entre dos tiendas políticas antes antagónicas son bienvenidas en medio de un ambiente tan hostil como el que se respira actualmente entre quienes pugnan por alcanzar el poder en las elecciones del próximo año, pero no por eso deja de llamar la atención el radical cambio registrado en la opinión que cada una de ellas guardaba hasta hace poco respecto de la otra.  

Así, por ejemplo, es difícil olvidar la fórmula con la que Alan definió a Lourdes Flores durante la campaña del 2006. ‘La candidata de los ricos’, la llamó. Y agregó con frecuencia a esa caracterización frases como: “Su discurso promueve el libre mercado y la inversión, pero no se pronuncia en torno a la situación de los trabajadores”.

Flores, por su parte, respondió a los ataques alegando cosas como que “para hablar de política social hay que ser eficientes y no demagogos”, en recuerdo del desastre económico y moral en que el primer gobierno de García sumió al país. Y lo menos que cabría pedirles ahora es que expliquen cómo así las percepciones recíprocas han variado tanto.

¿Alguno de los dos ha abandonado sus convicciones de antaño y, en consecuencia, se ha acercado a la posición del otro? ¿Hubo exageración en la caracterización negativa del antagonista en las campañas pasadas o se están pasando ahora por agua tibia discrepancias fundamentales por la situación apurada que anuncian las encuestas para cada una de esas organizaciones políticas?

Como se sabe, el último sondeo de Datum le ha concedido al líder aprista un magro 6% de la intención de voto, colocándolo en una posición bastante rezagada respecto de sus probables competidores Keiko Fujimori (34%) y Pedro Pablo Kuczynski (17%). Y en lo que concierne al PPC, si bien no tiene todavía un candidato visible que permita medirlo con la misma vara, sus resultados en las recientes elecciones regionales y municipales revelan que no pasa por su mejor momento en materia de respaldo ciudadano. Recordemos, por ejemplo, que ni siquiera en Lima –quizás la plaza electoral donde mejores votaciones ha cosechado a lo largo de la historia– el candidato que lanzaron a la alcaldía, Jaime Zea, obtuvo más del 2% en las ánforas.   

Sin embargo, como decíamos hace poco a propósito de los reacomodos del congresista Carlos Bruce con respecto a Pedro Pablo Kuczynski (a cuyo proyecto político se ha sumado hace poco, a pesar de que solo cuatro años atrás lo había llamado “mentiroso”), no se puede asumir que las campañas son temporadas durante las que el apego a la verdad de los candidatos y sus promotores está de licencia. Y eso vale tanto para las diatribas como para los elogios.

En ese sentido, está muy bien que Lourdes Flores quiera comulgar ahora con el Apra y con Alan García, pero nos debe primero una confesión. Una en la que detalle qué es lo que ha cambiado en su juicio sobre el ex presidente y por qué.
Y de la misma manera, el líder aprista nos debe una explicación sobre cómo así coincide ahora en las metas del desarrollo social y económico con ‘la candidata de los ricos’. Porque ya que empieza la campaña, no sería mala idea que esta vez, para variar, la verdad sea su marca distintiva.