Editorial: Impuesto al lujo
Editorial: Impuesto al lujo

La moción de censura al ministro de Educación Jaime Saavedra se vota hoy en el Congreso y los ojos de la ciudadanía están puestos en la bancada fujimorista, impulsadora de la cuestionada iniciativa y objeto de críticas por lo que luce esencialmente como una exhibición de fuerza.

La bancada oficialista, sin embargo, no llega a esta fecha en mucho mejor condición, pues ha exhibido en estos días problemas que ponen en entredicho su contribución al gobierno de Peruanos por el Kambio (PPK).
Al penoso incidente que se inició con la filtración de una comunicación del congresista Gilbert Violeta con otros miembros de su bancada y culminó con la expulsión del legislador Roberto Vieira, han venido a sumarse recientemente episodios que muestran al núcleo parlamentario ppkausa bajo una luz nada favorable.

De un lado está, el ‘error’ cometido por Carlos Bruce al solicitar, desde su condición de congresista, resguardo policial para la inauguración de su nuevo restaurante: un claro intento de aprovechar la gravitación de su cargo para obtener ventajas personales. Y de otro, la aparición de voces en el interior de la bancada que señalaron la supuesta conveniencia de que el titular de Educación renunciase antes de que la moción de censura propuesta por Fuerza Popular fuera votada, socavando así la determinación oficial del Ejecutivo de sostener a Saavedra hasta las últimas consecuencias.

El legislador Salvador Heresi, en efecto, comentó el viernes pasado: “Si yo estuviera en el lugar del ministro, hubiera renunciado. Me parece que uno tiene siempre que anteponer los intereses superiores a los intereses, digamos, adjetivos, que son los de la individualidad”. Y un día después, Juan Sheput opinó que “no se puede colocar al Gabinete en una situación de crisis por un problema sectorial” y sugirió que, o bien el ministro diese un paso al costado por iniciativa propia, o bien el presidente se lo solicitase. Y aunque el último martes, la bancada oficialista salió a cerrar filas con la decisión que anunciaría más tarde el presidente Kuczynski, el daño ya estaba hecho. 

Visiblemente consternado por todos esos incidentes, el jefe de Estado dijo entonces este domingo que los integrantes de la bancada de Peruanos por el Kambio (PPK) no lo “escuchan mucho”. Y añadió: “Eso me duele a mí tremendamente porque ellos están ahí porque yo los ayudé a ganar la elección”.

De primera impresión, el supuesto ‘jalón de orejas’ del mandatario podría mover a solidaridad. Pero si se analiza detenidamente su contenido, se hace evidente que adolece de algunas inconsistencias. Por una parte, los congresistas están donde están por voluntad de los votantes, y es a ellos a quienes esencialmente deben lealtad, por lo que debe exigírseles consecuencia con el proyecto político para el que pidieron el voto y no obediencia ciega al Ejecutivo.

Lo inorgánico de la bancada de PPK, por otra parte, no es producto del azar, sino efecto de la forma desmañada en que sus listas parlamentarias fueron conformadas. Esto es, a través de invitaciones, contactos personales y aportes de capital político o de otra naturaleza. Que se sepa, la adhesión a un cuerpo de ideas y una visión de lo que habría de hacerse desde el Gobierno nunca fue explícitamente requerida ni puesta por delante.

Como las palabras del mandatario revelan ahora, lo principal fue siempre la promoción de la candidatura presidencial. En la práctica, los postulantes al Congreso eran actores de reparto, que lo mismo podían tener una vieja vinculación con Kuczynski que haber denostado de él en la campaña del 2011 (véase, si no, las cosas que dijeron de él Bruce o Sheput cuando apoyaban las aspiraciones de Alejandro Toledo).

Existía, al parecer, la convicción de que con un Ejecutivo constelado de técnicos competentes, se podían dar el lujo de no poner mucho interés en la selección del equipo parlamentario… Y ahora, como se ve, les está tocando pagar el impuesto a ese lujo.

Habrá que ver la asistencia y la conducta general de esa bancada en el pleno de hoy para estimar lo elevado de ese costo.