Editorial: Los que no marchan
Editorial: Los que no marchan
Redacción EC

La mayoría de peruanos de todas las edades está en contra de la denominada ‘’, como refleja la encuesta nacional de Ipsos que publicamos hoy. 

Teniendo en cuenta la manera astuta como los demagogos de siempre le han vendido el tema a la población –ganándole, lamentablemente, la batalla de la comunicación a un gobierno que la inició muy tarde–, la noticia no es de sorprender. Después de todo, si la ley trata de “quitar derechos” a los trabajadores jóvenes, ¿quién podría estar de acuerdo con ella? 

La cosa, por supuesto, sería diferente si las personas pudiesen estar enteradas de cómo funcionan en la realidad estos “derechos”. O mejor dicho, cómo ellos no existen más que como una frustrante declaración lírica para el 68,7% de los empleados peruanos, quienes trabajan en la informalidad, sin derechos laborales de ningún tipo (a CTS, a vacaciones, a utilidades, a seguro de salud, a sueldo mínimo, a estabilidad laboral, a, en fin, lo que usted nombre). Un abrumador porcentaje que sigue creciendo en la población en edad empleable joven a la que, justamente, esta ley trata de hacerle más fácil ser contratada formalmente.

Si esto fuese conocido o entendido, este Diario se resistiría a creer que habría quien salga a protestar de buena fe en nombre de la “justicia social” porque se está dando una ley que hace más barato – y por lo tanto más posible– que parte de personas que hoy no tienen ningún derecho laboral pasen a acceder a alguno de ellos. Salvo, claro, que se entienda que la “” es algo que puede ser adquirida por una minoría (los que tienen la suerte de estar contratados por las empresas, en su mayoría grandes, que trabajan en la formalidad) a costa de una mayoría (los que ven sus posibilidades de ser contratados formalmente disminuidas cuanto más caros sean estos tipos de contratos, en un país en el que los empleadores de dos tercios de la población empleada son mypes).

En la misma línea, tampoco tendría mucho sentido decir que quienes protestan lo hacen porque, al tratarse la ‘ley pulpín’ de un régimen especial que se aplicaría solo a un grupo, esta viola su derecho a la “igualdad”. ¿Acaso la enorme mayoría de los jóvenes peruanos que trabajan en la informalidad no están ya de facto en un régimen “especial”: aquel que no les concede ni uno solo de los derechos que manda la ley? ¿O es que uno puede limpiamente clamar por el derecho a la “igualdad” solo cuando mira para arriba o para el costado, ignorando olímpicamente tan bonito valor cuando mira a los que están debajo (en este caso, los informales) o, simplemente, cuando no los mira?

Desde luego, soluciona mucho la situación a gran número de personas el limitarse a hablar de conceptos como “dignidad” cuando se trata de estos temas y no esforzarse por entender las realidades económicas de las que ellos en realidad tratan. ¿Por qué tendría que importarme, por ejemplo, entender cuáles son las mejores formas de generar más inversión y crecimiento de modo que pueda haber más riqueza y mayor demanda por los trabajadores si puedo asumir simplemente que el legislador es como el Dios del Génesis, que puede decir: “Créese tales y tales derechos para los trabajadores”, para acto seguido verlos hechos realidad? ¿Por qué tendría que preocuparme por mirar, por ejemplo, el caso de los valles agroexportadores de la costa peruana donde hace mucho tiempo rige un régimen laboral especial más flexible que el general –es decir, con muchos menos “derechos” mandados por ley– y donde, sin embargo, los jornales de los trabajadores suben continuadamente, año a año, por efecto de la competencia que existe por ellos? Hace poco la  declaró que las empresas de estos valles tienen constantemente que contratar trabajadores en la sierra y selva porque ya no pueden encontrar más en sus regiones. ¿Por qué en Ica, por ejemplo, el jornal diario alcanza al doble de la remuneración mínima si para cumplir con la ley los empresarios solo tendrían que pagar la mitad y ahorrarse el resto? ¿Por qué Moquegua, Piura, Ica y Arequipa son los cuatro departamentos donde se creó más empleo formal en los últimos años?

En las marchas contra la denominada ‘ley pulpín’ producidas este jueves, en fin, hubo una presencia enorme de manifestantes liderados principalmente por asociaciones sindicales y hubo también una ausencia multitudinaria, que acaso se hubiera podido evitar si no se hubiera dejado la iniciativa comunicacional de este tema a los demagogos. La ausencia, esto es, de esa enorme mayoría de jóvenes peruanos que, no teniendo trabajo formal, no pertenecen a sindicato alguno y no ven ninguno de sus derechos laborales puestos en riesgo por esta ley porque, sencillamente, no tienen ni uno solo de ellos.