Por angas o por mangas, por Carlos Adrianzén
Por angas o por mangas, por Carlos Adrianzén
Carlos Adrianzén

Desde hace siglos los desastres naturales asociados al han afectado diversas regiones del planeta. Algunos episodios fueron tremendamente destructivos, como el que afectó a nuestro país en 1982 y 1983. Una década más tarde las huellas del desastre seguían sin repararse.

Trazaré en lo que sigue una perspectiva económica de lo que podrían ser los impactos de este fenómeno. Esto nos remite a dos posibilidades: un fenómeno de escala desproporcionada y otro moderado. Los efectos en ambos casos dependerán de cómo nos encontremos económicamente.

Por más que las reuniones de la junta de gobernadores hayan dejado la imagen del país muy en alto, nuestra economía dista de merecer grandes elogios. Estamos tratando de escapar de un cuadro de enfriamiento sostenido, incumplimos recurrentemente la meta inflacionaria, sacrificamos masivamente divisas del para evitar que el dólar salte, se cae la recaudación tributaria mientras progresa el déficit fiscal, la brecha externa persiste deficitaria y las exportaciones e inversiones privadas siguen decreciendo. 

Aun si olvidamos las amenazas de recesión global, es sano reconocer que la gestión económica de este gobierno ha sido penosa. El futuro nos encuentra devaluados como plaza e hipotecados por obras de escala desproporcionada y poca transparencia.

Así las cosas, un fenómeno desproporcionado implicaría la contracción neta de muchas ofertas, inversiones y consumos en todo el país. Y un incremento de las importaciones. Algunos se atreven a predecir un efecto negativo de 1% a 2% del , pero lo cierto es que en 1983 este cayó en más de 13%. Si tenemos en cuenta la diligencia del actual gobierno en tomar medidas preventivas, es previsible que la destrucción de infraestructura pública y privada, así como de capacidades productivas en el país, puedan significar una factura de recuperación que afectará severamente las perspectivas económicas del próximo quinquenio. 

Por otro lado, un fenómeno moderado cumpliría también un rol. No faltará quien lo justifique como el porqué los Humala nos dejaron una economía deteriorada. Y es probable que, aun si este fenómeno climático no nos impacta significativamente, el panorama global sí lo haga. En ambos casos, aludir a El Niño como coartada será una opción popular y efectiva.

La realidad, en cambio, resultará palmaria. Hoy es difícil esconder que los errores de política económica de los últimos cuatro años nos debilitaron severamente. Retrocedimos en reformas, se trabaron inversiones y se erró en manejos fiscales y monetarios. 

Débiles económicamente, los impactos climáticos o externos solo redondearán el escenario.