Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner triunfaron en las elecciones primarias en Argentina. (Foto: AFP)
Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner triunfaron en las elecciones primarias en Argentina. (Foto: AFP)
Ian Vásquez

Con casi toda seguridad, el peronismo volverá a gobernar la tras las elecciones presidenciales en octubre. Parece mentira, pero dados , los argentinos quieren que los que arruinaron el país tan solo unos años atrás tomen las riendas de nuevo.

La negativa de los mercados ha sido rápida y sonora. El lunes, el y los mercados se desplomaron. Nuevamente, es alta la posibilidad de que Argentina aplique medidas de emergencia como controles de capital y que entre en default.

¿Por qué los argentinos han optado ir por ese camino y por qué regresan al populismo peronista de tiempo en tiempo?

Argentina es quizás el país más políticamente errático del continente y la historia reciente lo comprueba. En el 2015 eligió a como presidente, poniendo fin a 12 años de gobiernos liderados por los Kirchner. En el 2017, el peronismo fue aplastado en elecciones legislativas, perdiendo en casi todas las provincias que dominaba, al punto que titulada “¿La muerte del peronismo?”. A esas alturas, la pregunta no era descabellada.

Las primarias en Argentina son obligatorias y los candidatos de los partidos ya están de antemano seleccionados, por lo que el ejercicio en realidad representa unas preelecciones. El domingo, Macri recibió tan solo 32,1% de los votos versus 47,7% de Alberto Fernández y . La coalición de Macri perdió . Bajo las reglas electorales, el peronismo ganará las elecciones de octubre en primera vuelta con semejantes resultados.

Dicho desenlace sorprendió. Las encuestas daban una ventaja mucho más estrecha al peronismo. Evidentemente hubo un fuerte voto oculto para los peronistas.

Lo que no sorprendió era la posibilidad de que pierda Macri. Después de todo, ha tenido un gobierno extremadamente débil respecto a las reformas que tenía que implementar. En vez de tomar al toro por las astas luego de que el gobierno kirchnerista dejara al país por el piso, Macri optó por el gradualismo.

Fue, y era, predecible que nunca iba a dar buenos resultados. Hoy, Argentina está en peores condiciones de las que se encontraba cuando Macri tomó el poder. La economía está en recesión, la inflación ha llegado a más del 50% (una de las más altas del mundo), la pobreza ha aumentado al 32% y la deuda pública se disparó al 86% del PBI en el 2018.

Hace rato que Macri perdió la confianza de la gente. Tal es así que el año pasado recibió el rescate financiero más grande de la historia del Fondo Monetario Internacional. Era predecible que no iba a funcionar. En el 2018, el peso perdió la mitad de su valor.

El populismo que le viene a Argentina será del peor calibre. Los mismos que implementaron políticas que empobrecieron el país y que están acusados de multitudes de actos criminales y corruptos se apoderarán del aparato estatal y querrán terminar de dominarlo por completo esta vez.

No parece importarle a buena parte de la población argentina. Sugiere que, en el fondo, el problema argentino no es solamente un problema político y económico, sino también cultural. El sesgo ideológico en contra de la sociedad abierta y los valores antimercado inculcados en la sociedad argentina son tan predominantes que la batalla cultural la ganaron hace rato los socialistas. Observa Alberto Benegas Lynch (h) que Argentina pareciera darle la razón al marxista Antonio Gramsci, quien aconsejó: “Tomen la cultura y la educación, y el resto se da por añadidura”.

No solo hacen falta reformas de fondo en Argentina, sino, más bien, debates culturales de fondo.