La fiesta es con su plata, por Franco Giuffra
La fiesta es con su plata, por Franco Giuffra
Franco Giuffra

El Estado no tiene dinero. Es una cosa difícil de imaginar pero cuya comprensión es crítica para salir del subdesarrollo. No exporta nada, ni produce nada, ni agrega nada a ninguna cadena de valor. Todos los fondos que maneja se los ha dado usted. Incluso donde existen empresas estatales, se han hecho con su plata. 

Esta verdad maciza no aplica solo para el cargo de afianzamiento energético que paga en su recibo de luz para costear el gasoducto sur peruano. Funciona también cuando se construye una carretera innecesaria o se pagan los sueldos de las abultadas planillas estatales.

Mírelo así: cuando un ministro anuncia que vamos a fomentar la innovación tecnológica perdonando impuestos a las empresas creativas, ese subsidio no sale del aire. Sale de su billetera. Es usted el que le perdonó impuestos a Backus por organizar mejor sus almacenes y recibió un premio de Concytec.

No se emocione cuando el Estado promete que va a implementar una revolución crediticia para las pymes o las fábricas de aceite de cocina o los vendedores de emoliente. Esa idea genial y esa generosidad van a costearse con su dinero. Los préstamos que no se paguen los pagará usted. No hay nadie más para cubrir esos huecos financieros.

Claro, a veces la conexión mental es inmediata. Como en el peaje de Puente Piedra. Para cruzar la vía hay que poner unos soles en ese momento. A menudo, sin embargo, la cosa no es tan directa. Por ejemplo, en el caso de Agrobanco.

Quince años después de fundado, Agrobanco está a la deriva. Su cartera de préstamos se ha concentrado en unas pocas empresas que no son de pequeños agricultores. Sin control, la plata ha ido a los amigotes, que se han beneficiado de intereses subsidiados por usted. Los préstamos impagos se incrementaron y ahora usted tiene que pagar para cobrarlos por la vía judicial. La calificación de riesgo de la entidad ha empeorado. En palabras de su nuevo gerente general, “el modelo original del negocio no se ha mantenido”.

¿Quiere decir que el Estado va a cortar ese caño de dispendio para redirigir los recursos y el tiempo de gestión en otras actividades socialmente más apremiantes? No, va a meterle 500 millones más de su dinero, amable lector, para intentar todo de nuevo. Con otra “mística”, seguramente, lo que asegurará que en los próximos pocos años haya necesidad de otra capitalización.

Hay posiciones ideológicas que postulan que eso está bien. Que es una buena idea que exactamente tres años después de que el gobierno de Humala declarara en reorganización Petro-Perú, el gobierno de PPK... ¡vuelva a declarar lo mismo! 

Los ideólogos del dispendio estatal asustan a la gente con la idea de la privatización total. Es un falso dilema. La antítesis del derroche no tiene que ser la privatización, sino el buen gasto. Por último, que no privaticen nada. Pero que todo el dinero que usted pone se vaya, en todo caso, a mejorar la salud, la educación y las condiciones de vida de los más pobres.

¿Quiere opinar y marchar por algo realmente importante? Salga a exigir que se cancele el gasoducto del sur, los Juegos Panamericanos, la refinería de Talara y el crédito regalado. Todo ese dispendio lo paga usted. Si lo hace feliz, proteste también contra la privatización. Pero que no le sigan robando.