(Foto: Presidencia de la República)
(Foto: Presidencia de la República)
Andrés Calderón

Las Fiestas Patrias nos han dejado dos fotografías memorables. Captadas en días distintos, pero con imágenes parecidas.

Una se tomó el jueves 26 de julio en el hemiciclo. Fuerza Popular (FP) obtuvo la por tercer año consecutivo, pero con diferencias saltantes respecto de los años precedentes. La lista ganadora estuvo conformada por legisladores de un solo partido (FP), algo que no ocurría desde el 2000; y, a diferencia de las dos votaciones anteriores, se acortaron tremendamente las distancias entre las ternas postulantes. El resultado final fue 69 a 56.

Más allá del esperable triunfo naranja, lo llamativo fue que el fujimorismo se quedó posando solo para la foto. Con sus 62 parlamentarios –Paloma Noceda renunció en la víspera– que, por disposición de bancada, tuvieron que mostrar públicamente su voto para conjurar disidencias escondidas. Ningún otro partido quiso aparecer en el retrato ganador. Ni siquiera los 7 “ajenos” a FP que, secretamente, votaron por la lista de Salaverry. (Si no ocultaran la cabeza, no serían “topos”, ¿no?). Respaldo forzadamente público y muestras interesadas de cariño pero soterradas. ¿Puede haber un amor más “genuino” que ese?

Para un espectador ignoto, parecería extraño que más de 60 congresistas hayan preferido aparecer en la fotografía del perdedor. Pero no lo es cuando el equipo ganador tiene apenas 8% de aprobación ciudadana, y un 81% le pedía que ya no encabezara la Mesa Directiva parlamentaria (encuesta de GfK de julio).

La segunda fotografía fue captada el 28 de julio también en el Palacio Legislativo. Estaba solo , pero bien podría haber estado acompañado de 30 millones de peruanos.

En una jugada sorpresiva, el presidente de la República planteó llevar a referéndum cuatro puntos: 1) reforma del sistema de elección de miembros del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), 2) no reelección de congresistas, 3) financiamiento privado a partidos políticos, y 4) retorno a la bicameralidad parlamentaria sin incrementar el número de congresistas.

Todas son discusiones importantes, pero solo el 1 era percibido como un asunto apremiante. Los otros tres, sin embargo, son populares en una ciudadanía indignada con los partidos políticos envueltos en Lava Jato y Lava Juez y, de aprobarse, representarían un duro golpe a los partidos presentes en el Congreso.

Vizcarra ha marcado la agenda. En los próximos días, la discusión pública se centrará en las propuestas presidenciales y la viabilidad del referéndum. Pero eso no es lo más importante. El mensaje político lo es. Vizcarra ha agrupado un tema urgente (reforma del CNM) con propuestas populares (no reelección y financiamiento de partidos), ha trazado una línea y se ha colocado a sí mismo y a la población de un lado. Al hacerlo, le ha pateado la pelota al Congreso y les ha preguntado públicamente: “¿De qué lado están ustedes?”.

Si los congresistas ponen trabas a la reforma del sistema de justicia y CNM, la sombra del referéndum y la no reelección crecerá sobre ellos. Con las elecciones municipales y regionales a la vuelta de la esquina, y los comicios generales acercándose, el riesgo político es más alto aun.

El presidente Vizcarra ha leído bien el momento actual, de hartazgo ciudadano y de impopularidad parlamentaria. Y ha actuado con audacia, saliéndose del cuadro, en todo sentido.

Si el fujimorismo no empieza a demostrar un auténtico ánimo de colaboración en la reforma de justicia y lucha contra la corrupción (lo que puede implicar dejar caer a algunos partidarios y “hermanitos” demasiado comprometidos), puede que siga siendo el dueño de la pelota, pero corre el riesgo de quedarse jugando solo.