El gobierno central ha abandonado la lucha contra el racismo, incluso en el frente crucial de la discriminación laboral
El gobierno central ha abandonado la lucha contra el racismo, incluso en el frente crucial de la discriminación laboral
Fernando Vivas

Celebro que la pelea por la igualdad de género haya encontrado focos de atención: en la paridad del Gabinete, en la discusión de la reforma política, en la defensa del enfoque de género en la educación, en la penalización de todas las formas de acoso. Felicito el impulso que las feministas le han dado al conjunto.

A la vez, tengo que recordar, subrayar y hasta gritar, que en el Perú hay una mayor y más importante; pues excede en número al poco más de la mitad de nuestra población que son las mujeres (alrededor del 51%). Hablo del que se abate sobre los derechos y expectativas de una amplísima mayoría con diversas formas de mestizaje que se alejan del estándar blanco.

La lucha contra el racismo es agenda pendiente de los últimos gobiernos. El y, en parte, el , tienen la misión de ejecutar campañas y políticas públicas al respecto, pero están en pañales. Se lo he preguntado a sucesivos ministros de ambas carteras, y me farfullaron respuestas insatisfactorias.

El Mincul tiene un servicio de alerta contra el racismo, que recibe denuncias, pero está desarmado pues no hace operativos. Ni siquiera difunde sus alertas, lo que es imperdonable. ¿Aló, ministra Ulla Holmquist?

El gobierno central ha abandonado la lucha contra el racismo, incluso en el frente crucial de la discriminación laboral, donde hay tanto que prevenir y fiscalizar. Hay que reconocer que los gobiernos regionales y las municipalidades han sido más proactivos vigilando el cumplimiento de sus ordenanzas antidiscriminación.

¿Por qué me dirijo a las feministas? Porque hoy que su clamor igualitario está en la agenda y en las voces de varias autoridades, su discurso se engrandecería si va acompañado de menciones al racismo. Falta más solidaridad dentro de los activismos antidiscriminación y dentro del Ministerio de la Mujer y Población Vulnerables (MIMP), cuyas ministras a veces parecen olvidar que su misión excede al género.

No hay que forzar las cosas para enriquecer el discurso, pues las discriminaciones son transversales y se acumulan sobre los más vulnerables. Si algún sector tiene que preocuparnos y conmovernos especialmente es el de la mujer joven, andina, rural, embarazada sin su voluntad, anémica como lo será su hijo o hija. Nada se opone a tener en mente a esta población devastada por la suma de discriminaciones, mientras se pelea por la alternancia en la designación de las listas de candidatos al Congreso.

Toledo se volanteó como el cholo que reivindicaría a la raza discriminada, y en ello también fue un fraude. Los gobiernos que le han seguido ni siquiera prometieron combatir el racismo. Mujeres, ayuden.