Sense 8
Sense 8
Patricia del Río

Riley es una DJ de Islandia que se enamora de Will, un policía de Chicago. Lito es un galanazo mexicano, gay, para mayores señas. Capheus maneja una gran coaster en Kenia y suele conversar con Sun, una coreana millonaria, que pelea box oriental como si fuera pandillera. Nomi es una hacker transexual que tiene su novia en San Francisco. Wolfgang es una gángster de Berlín que se ha enamorado de Kala, una muchacha conservadora de la India. Los ocho viven en continentes distintos, tienen diversos grados de instrucción, no hablan el mismo idioma, ni comparten estilos de vida. Pero los une un aspecto muy poderoso: se comunican sensorialmente, pueden ver y vivir lo que está experimentando el otro.

Los ocho personajes de la serie “”, producida para Netflix por las hermanas Wachowski (que antes eran hermanos), son humanos pero no son ‘Homo sapiens’, son ‘Homo sensorius’, una especie distinta de homínidos que se caracterizan porque tienen el increíble poder de contactarse entre ellos, eso los vuelve increíblemente empáticos y les permite aceptar a los demás como realmente son.

La apuesta de las Wachowski intenta frenar una ola conservadora en contra de la diferencia que invade el mundo. Trump en Estados Unidos, Le Pen en Francia, Wilders en Holanda, por citar solo algunos, demuestran que el discurso nacionalista, discriminatorio y xenófobo de la Alemania nazi ha vuelto sin ningún pudor y ya empieza a materializarse en políticas de Estado. La necesidad de cerrar fronteras y el temor al otro regresan a un mundo ahora globalizado por el Internet donde levantar muros de concreto resulta estúpido e inútil.

Las complejas razones de este retroceso son materia de largos análisis que no vamos a abordar acá. Lo que vale destacar es que el Perú tampoco se escapa del tsunami conservador. De acuerdo con la última encuesta de Pulso Perú, en los últimos tres años, los peruanos hemos dejado de ser mayoritariamente de centro para definirnos como autoritarios. El representante de este nuevo perfil ideológico, al que podríamos llamar ‘Homo autoritarius’, exige un Estado que ponga orden, que reprima la homosexualidad, que limite la libertad de expresión, que pise fuerte sobre nuestras libertades individuales en aras del bien común. ¿Suena preocupante? Lo es. Estas aspiraciones autoritarias, alimentadas en muchos casos por información falsa o campañas de miedo, pueden traducirse en opciones electorales extremas y muy antidemocráticas.

Por lo pronto, Netflix, a pesar del éxito rotundo de “Sense 8”, la canceló sin dar mayores explicaciones. Los tolerantes del mundo han protestado sin mucho éxito. Nadie sabe muy bien a dónde nos conduce este camino tan radical, pero, como diría la guapísima transexual Nomi, los ‘Homo sapiens’ vamos a terminar aniquilándonos, por el terror que nos provoca la diferencia.

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