Innovar la innovación, por Rolando Arellano
Innovar la innovación, por Rolando Arellano
Rolando Arellano C.

La palabra ‘innovación’, como antes pasó con ‘reingeniería’, ‘liderazgo’ y otras, aparece cada vez con más frecuencia en conferencias y artículos, casi siempre en una frase del tipo “la empresa (país, institución) que no... (tiene liderazgo, hace reingeniería, innova) está condenada a desaparecer”. Al ser la innovación sustancial para el desarrollo, creemos que es conveniente innovarla ella misma, para darle su verdadera dimensión, sacarle lo mejor y evitar sus efectos nocivos. Veamos.

En primer término, si bien ‘innovar’ significa no repetirse y “cambiar lo viejo por lo nuevo”, debe entenderse que el cambio en sí mismo no es lo bueno, sino su resultado. A diferencia de la innovación en el vestido, en que cambiar trae diferenciación y actualidad per se, en las empresas se debe juzgar una innovación por los beneficios que trae. Una compañía que se precia de ser innovadora por el solo hecho de cambiar no es necesariamente una empresa exitosa.

En segundo lugar, la innovación tiene una paradoja esencial. Por un lado, ella es conveniente para sobrevivir y crecer (ampliar el mercado o adaptarse a los cambios en el consumidor o en la competencia), pero, por el otro, un análisis económico simple nos dice que las innovaciones más rentables son aquellas que duran el mayor tiempo posible siendo competitivas. En otras palabras, la mejor innovación es aquella... que necesita la menor innovación posible en el tiempo.

En tercer lugar, es conveniente no limitar el término ‘innovación’ al desarrollo tecnológico duro, relacionado con ingeniería, sistemas, productos o máquinas físicas, como lo piensa mucha gente y recoge la Ley 30309, Ley que Promueve la Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación Tecnológica. La innovación es útil en muchos otros campos (de hecho, esto es algo en lo que podría mejorar la conveniente norma), pues una mejora en métodos de servicio podría ser más útil para una empresa que una nueva máquina.

Además, es importante señalar que para ser realmente innovador se debe realmente innovar, lo que no es el caso aquí, donde muchos consideran que ser innovador es aplicar primero las innovaciones de otros. Por ello, no es sorpresa que el Global Innovation Index Ránking 2015 coloque al Perú en el puesto 71 de 141 países, calificándolo entre los seguidores de innovación o ‘innovation followers’. 

En este sentido, quizá algunos piensen que a un país con recursos escasos como el Perú le toca solo importar las ideas, los técnicos o los productos de fuera para avanzar, pero la prueba en contrario está en lo que es quizá la mayor innovación peruana de los últimos tiempos, la gastronomía. Nueva, diferente, útil, con gran proyección y, sobre todo, hecha con inspiración claramente nacional, la gastronomía nos ha puesto en el mapa de los comensales y cocineros del mundo y es un ejemplo a seguir por otros sectores del país. 

En fin, creemos que es necesaria la innovación y nos complace mucho que haya un movimiento peruano de individuos, empresas, instituciones y asociaciones (como Shift, una interesante comunidad dedicada al tema), que busque impulsarla. Pero por todo lo anterior, creemos que, si innovamos la innovación, dándole un sentido original, único y conveniente a nuestra realidad, podemos lograr que, más allá de las modas externas, sea una orientación que nos haga crecer en el largo plazo.