Perdedores, por Patricia del Río

Mientras los peruanos siguen muriendo en gigantescos incendios, mientras mujeres dan a luz en los pasillos de los hospitales, mientras miles de familias continúan viviendo como pueden en campamentos improvisados, mientras nuestros índices de anemia se parecen a los de África; nuestros congresistas y nuestro Poder Ejecutivo pelean.

En el Congreso, se pasan horas gastando tiempo valioso para interpelar a ministros que deberían estar trabajando. Se toman semanas para decidir si remueven o no al contralor de la República, uno de los responsables de que no se mueva la inversión en el Perú. Los parlamentarios no solo aburren con tanta discusión estéril, cargada de discursos mediocres y verborrea vacía, sino que se dedican a promover leyes con nombre propio o populistas.

El Ejecutivo no se queda atrás: el presidente anda con cara de desconcierto como si no supiera qué hacer, cae en la trampa de hablar del indulto y convertirlo en moneda de cambio para que lo dejen gobernar, se deja jalonear por quienes le piden que cierre el Congreso. Y mientras este aparente caos se apodera de su gestión; los ministros desaparecen del ojo público, nadie habla de la reconstrucción, y toda esa sinergia y capacidad de respuesta que la población vio durante El Niño, se esfumó junto con las lluvias de verano.

Y acá todos tienen responsabilidad: el Ejecutivo necesita que el Congreso lo deje trabajar y el Congreso necesita estar frente a un liderazgo fuerte que le ponga norte a todo este asunto. Así que más vale que se vayan entendiendo un poco y empiecen a pensar en el país, porque en todos los sondeos de opinión la población pide acuerdo y consenso.

Finalmente, si no lo hacen por el país, por lo menos que lo hagan por ellos mismos. Esta es la única oportunidad que tiene Pedro Pablo Kuczynski de liderar una reforma del Estado que nos permita seguir creciendo económicamente y resolver problemas sociales. Dichas reformas además le agilizarán el trabajo a los que lo reemplacen en el 2021, ¿alguien dijo Keiko? Y por su parte esta es también la oportunidad de oro para que el fujimorismo convenza a esa mitad que nunca quiere votar por ellos, que han cambiado, que saben gobernar en democracia, que los mueve la tolerancia y la inclusión.

Si no logran arreglar este entuerto, todos pierden. PPK pasará a la historia como un presidente anodino, Keiko se quedará siempre por un pelo y no pasará la valla del 50%, y los ciudadanos tendremos que soportar que nuestra vida siga gobernada por el caos, mientras presenciamos un duelo egoísta, ridículo y vergonzoso.