(Foto: Shutterstock)
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Rolando Arellano C.

Ante la cercanía del , conviene recordar una de las invenciones más importantes en la historia de la sociedad: la . Tan importante que hasta cambió el significado del amor. Veamos.

¿La píldora cambió a la sociedad? Ciertamente, pues se han dado grandes transformaciones en el mundo a partir del descubrimiento de Gregory Pincus (con precursores como el mexicano Luis Miramontes) y el lanzamiento en 1960 de Enovid, la primera píldora anticonceptiva autorizada.

Un primer cambio fundamental debido a la píldora ha sido la disminución de la en el mundo. Ello ha impedido el crecimiento exponencial de la población que, a menos que se diera un cataclismo malthusiano (una inmensa epidemia, por ejemplo), hubiera hecho que destruyéramos el planeta mucho más rápido de lo que lo estamos destruyendo ahora.

Y de manera paralela, esa baja de la natalidad ayuda a la fuerte disminución de la pobreza que se está dando en todas las regiones, y que resulta en gran parte de que los padres pueden ocuparse mejor de la alimentación, salud y educación de sus niños. Una madre y un padre que aportan a un hogar con pocos hijos hacen una familia con mayor bienestar.

Y ella está también en la base de los movimientos por la igualdad de género. Porque hasta antes de la píldora las mujeres pasaban gran parte de su vida gestando y cuidando a sus muchos hijos, lo que les impedía estudiar o asumir grandes responsabilidades institucionales. El poder decidir el número de hijos y el momento de tenerlos cambió sus perspectivas y les dio la posibilidad de planificar mejor sus oportunidades de crecer.

¿Y cómo cambió el amor? De diversas maneras, pero sobre todo porque al permitir separar el sexo de la procreación, transformó muchas convenciones sociales. Permitió por ejemplo a las mujeres el tener la libertad sexual que antes solo gozaban los hombres, y poder con ello escoger pareja de manera más conveniente.

Y aunque no guste a los más conservadores, la píldora cambió el significado del matrimonio, pues hizo que los jóvenes se casen luego de un análisis más reposado de si conviene emparejarse definitivamente. Ahora sin la urgencia física de las parejas de antes, y sin la presión tan común de hacerlo para enfrentar el embarazo de la novia. Y eso, casarse sin urgencias y por la convicción de que se quiere formar un hogar con otra persona, al menos para quien escribe, parece estar mucho más cerca del verdadero amor.

Pero quizá lo que resume mejor todos estos cambios es que comienza a acabarse esa confusión de los años setenta de llamar al sexo “hacer el amor”. Porque, debido a la píldora, son hoy dos temas separados. Feliz Día del Amor.