"No sé si Rafo enterrará a Lorena o la corregirá como los tiempos mandan. Es su libertad y terquedad de autor". (Foto: USI)
"No sé si Rafo enterrará a Lorena o la corregirá como los tiempos mandan. Es su libertad y terquedad de autor". (Foto: USI)
Fernando Vivas

Es díficil tarrajear todo con el mismo rasero. Puedes herir a amigos y herirte a ti mismo. Pero la opinología obliga a nivelar todo con uno solo. No vale tener otro en función de privilegios, intereses o paterías.

Les tengo especial cariño a y a su China Tudela. En 1997, hace 20 años, a la revista “Caretas” le llovían cartas de gente indignadísima que creía que Lorena Tudela Loveday era de carne y hueso y exigían sanción contra su racismo y clasismo descarados. Entonces la presentamos en sociedad junto a su autor, para que a nadie le cupiera duda de que era de ficción y sus excesos eran satíricos. Yo hice el reportaje.

Empecé consultando a Gonzalo Portocarrero, que acababa de publicar “La ambigüedad moral del humor y la reproducción del racismo: el caso de la China Tudela” (Taller Tempo, 1997). Gonzalo me resumió su ensayo: “En la China confluyen el colonialismo, como actitud básica frente al país, y el posmodernismo, como sabiduría para vivir su propia vida. La mezcla no es muy coherente”. Lorena inventó, para sí y para su entorno, la sigla GCU (gente como uno), y le dio fuerza con complejos, prejuicios, epítetos discriminadores y contradicciones que revelaban una ambigüedad que yo quería ver lúdica pero Gonzalo, no sin razón, veía moral.

Y acabé por entrevistar a Rafo con Lorena en el desaparecido Café Voltaire, el único lugar donde se dejaban ver juntos (por supuesto, ella fue un dibujo de Mario Molina colocado cual holograma). Salvo esa ocurrencia lúdica, le pedí a Rafo, en serio, un perfil de la China: “A fines de los 70 era la enamorada de Pepe del Salto , pituco limeño, una mezcla de Calígula y Miguelón de Osma. Los mayores conflictos de Lorena venían de esa insólita relación amorosa. Era preciosa, inteligente, con sensibilidad social [...]. Con el tiempo ha cambiado, ya tiene 37 años, se ha mantenido regia e independiente y sigue indignándose de todo con mucho humor, y sobre todo de esta ambivalencia moral que encarna el gobierno de Fujimori”.

Han pasado 20 años, la China tiene ahora 57. Esa ambivalencia que acusaba Gonzalo y que Rafo achacaba al fujimorismo es desubicación y desfase que minan al personaje. Rafo se reinventó, con nuevos bríos, como un promotor del turismo interno, pero la China siguió peleando con un régimen inexistente sin asumir a plenitud que es su GCU quien gobierna y no otra ‘China’.

No sé si Rafo enterrará a Lorena o la corregirá como los tiempos mandan. Es su libertad y terquedad de autor. Pero sí sé que el Ministerio de Cultura metió la pata al difundir un comunicado en el que lo excusan, sin advertir que el humor suele ser el principal canal de difusión de estereotipos discriminadores como ese de “porcina ojo jalado”. Y su misión es combatirlos.