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Pisco 10 años Terremoto
Luis García Bendezú

Elizabeth Guzmán estaba seleccionando unos pescados cuando todo empezó a temblar. Era miércoles, de noche y ella creyó que la tierra se iba a partir. Apenas pudo, salió del muelle de y corrió hasta su casa, en el centro de la ciudad. El camino de tres kilómetros fue una pesadilla de gritos, ruinas y muertos. Elizabeth solo recuperó el aliento cuando vio vivas a las tres niñas que criaba. Aliviada, olvidó por un rato que su hogar, un edificio de adobe, estaba hecho añicos.

Al principio, Elizabeth Guzmán y sus hijas estuvieron en un refugio. “Luego nos dijeron: vayan y pídanle terreno a Tomás Andía”, cuenta. Andía era el alcalde del distrito de Túpac Amaru Inca, ubicado al este de Pisco y lejos del mar. Ahí, en un arenal llamado Vista Alegre y en otros similares, se instalaron miles de damnificados del terremoto del 15 de agosto del 2007. Hoy, en su terreno, Elizabeth tiene una modesta casa de cemento y ladrillo. Aunque solo recibe una hora de agua al día y su calle no cuenta con pista ni vereda, Guzmán está orgullosa de tener una casa más segura.

(Foto: Lino Chipana / Enviado especial de El Comercio)
(Foto: Lino Chipana / Enviado especial de El Comercio)

Tomás Andía Crisóstomo, el hombre que dio suelo a los damnificados, ya no es alcalde de Túpac Amaru Inca. Desde el 2015 él gobierna la provincia de Pisco, que tiene once distritos. Andía, de 58 años y natural de Ayacucho, admite que muchos de sus electores fueron personas beneficiadas por su plan de urbanización de arenales. “Cuando nos presentamos en las elecciones, la gente decía: ‘Tomás nos cobijó en Túpac’. Hicimos olla común para los damnificados y encima les dimos terrenos”, dice Andía.

El alcalde explica que Pisco no es la misma ciudad de hace 10 años. Ahora es mucho más grande. No obstante, él reconoce que este crecimiento no ha sido planificado y hubo varios errores en la reconstrucción. “Cuando pasó el terremoto, se declaró zona roja [inundable] toda la franja [costera] de Pisco, hasta los 230 metros. Lamentablemente hubo gente que reconstruyó ahí, bajo su propio riesgo. No recibieron bono, pero igual construyeron”, comenta el funcionario.

No solo los vecinos han levantado edificios en zonas vulnerables. También lo hizo el Estado. A 350 metros del mar, por ejemplo, se reconstruyó el colegio emblemático José de San Martín, que se destruyó parcialmente en el terremoto. La moderna sede –que tiene biblioteca, auditorio y polideportivo– atiende a 1.480 alumnos en jornada escolar completa y fue inaugurada en octubre del 2010 por el ex presidente Alan García. Esto pese a que el plantel está en medio de una zona inundable, según los mapas de evacuación ante tsunamis del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci).

“Nosotros ofrecimos un terreno en Túpac Amaru (para reconstruir el colegio San Martín), pero no quisieron”, asegura el alcalde Andía. Por su parte, el director de la escuela, Hugo Rojas, también dice que la zona es riesgosa, no tanto por la proximidad del mar, sino por la alta humedad del suelo (que debilita las bases). En la puerta del colegio San Martín, un mapa de evacuación informa a los alumnos hacia dónde tienen que dirigirse cuando se suenen las alarmas.

(Foto: Lino Chipana / El Comercio)
(Foto: Lino Chipana / El Comercio)

—Cemento y balas—
Hay varias formas de comprobar el crecimiento de Pisco tras el terremoto. Demográficamente, por ejemplo, la provincia pasó de 127 mil habitantes en el 2007 a casi 136 mil hoy. Y según las imágenes satelitales, las ciudades que más crecieron fueron Túpac Amaru Inca y San Clemente (en más del 70% en esta década), ubicados ambos en la zonas altas.

Según Hernando Tavera, presidente ejecutivo del Instituto Geofísico del Perú (IGP), los damnificados que reconstruyeron ahí tomaron una decisión astuta, debido a que el suelo es bastante más duro que los que están cerca del mar. “Lo que hay que ver es la calidad de la construcción, si hicieron cimientos profundos”, dice Tavera. El funcionario es explícito sobre el tema: los terremotos no matan a la gente, las malas construcciones sí.

Además de damnificados, los distritos de San Clemente y Túpac Amaru Inca han acogido a miles de migrantes de la sierra que llegan atraídos por el auge económico de la provincia (que tiene empresas agroexportadoras, de conservas de pescado e industria siderúrgica y gasífera). Hoy, una gran preocupación de estos vecinos, según conoció El Comercio a través de entrevistas, es la seguridad: los asaltos y balaceras se han hecho más frecuentes en los últimos años en estos distritos.

Esta inseguridad es la otra cara de la reconstrucción. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Pisco es hoy la cuarta provincia del Perú con mayor tasa de homicidios (se reportaron 22,6 muertes por 100 mil habitantes en el 2016). Consultado al respecto, el alcalde Tomás Andía atribuye esa violencia a las mafias de extorsionadores que llegaron del Callao para aprovechar el ‘boom’ de la construcción.

(Fuente: Indeci / Ministerio de Vivienda)
(Fuente: Indeci / Ministerio de Vivienda)

-Ayuda Estatal-
El Ministerio de Vivienda Construcción y Saneamiento informó a El Comercio que desde el terremoto del 2007 hasta diciembre del 2012 se intervino con varios servicios. Así, se entregaron S/169,6 millones en bonos (de S/6 mil) a unas 28.266 familias de Ica y Lima. Además, se desembolsaron S/54,3 millones en créditos de construcción y se entregaron 3.371 módulos de vivienda.

No obstante, la entrega de los bonos de S/6 mil a cargo del Forsur fue bastante cuestionada –e investigada por el Congreso de la República– debido a que se denunciaron casos de beneficiarios que no podían ser identificados.

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