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Damnificados Niño Costero Fiestas Patrias

Las banderas del Perú –que cuelgan de las carpas blancas– son lo único diferente ahora. Es lo que rompe la monotonía de sol violento, la arena, los zancudos y los días iguales. Es 29 de julio en el refugio San Pablo, en Catacaos, y los damnificados que viven allí desde el pasado 27 de marzo, cuando se desbordó el río Piura, se han reunido para evaluar su situación a cuatro meses de la peor inundación de la historia de esta región norteña.

La mayoría de refugiados –son 3 mil en este sector– coincide en que están abandonados, que han pasado cuatro meses y siguen viviendo en carpas, alimentándose de la caridad de las autoridades, sin poder regresar a sus casas porque de estas solo quedan los carrizos enlodados y los recuerdos de que antes allí hubo una vida. Una vida que cambió bruscamente, como la de María Candelaria Sosa Adanaqué, de Pedregal Grande.

La mujer –64 años, vestido azul y una toalla que usa para protegerse del sol– tenía animales y una tienda en Pedregal Grande. Pero de eso ya no queda nada. Ahora debe tejer objetos con paja toquilla para venderlos en el mercado, y sobrevivir. A su lado, Petronila Villegas, de 65 años, dice que sus hijos viven con ella en este arenal.

“A veces trabajan y a veces no. En la chacra o cosechando uva en empresas grandes. Ya hemos llorado bastante por lo que perdimos, pero lo hemos aceptado. Ahora nos queda seguir acá, pero en mejores condiciones: no tenemos agua, ni luz ni caminos de acceso. Ahora que está haciendo frío, también necesitamos frazadas”, dice.

-PREPARAN MARCHA-
La reunión de esta mañana ha servido para que los damnificados acuerden hacer una marcha pacífica el próximo martes. El objetivo es reunirse con el gobernador regional de Piura, Reynaldo Hilbck, y reiterarle sus demandas: agua, luz, caminos de acceso y ayuda para construir sus viviendas en un terreno que les ha donado la comunidad campesina de Catacaos.

Hace un mes, la comunidad les donó un terreno para que construyan allí casi 800 viviendas. Se ubica en la parte posterior del campamento donde ahora viven en carpas. “El problema es que allí no hay agua, ni luz ni caminos de acceso. Y el gobierno regional nos prometió, hace tres semanas, enviar maquinaria para que trabajen en los caminos, pero hasta ahora no cumplen”, dijo Cristóbal Timaná Morales, presidente del comité de damnificados del campamento de San Pablo.

La votación ha sido unánime, y todos los moradores de este refugio han acordado apoyar la marcha pacífica el próximo martes. De vuelta a sus carpas, Sosa y Villegas miran 15 módulos prefabricados del Ministerio de Vivienda y dicen que no saben de quién son ni por qué no los han entregado a los damnificados. “Nosotros tenemos que vivir obligados en esas carpas”, dice Sosa mientras avanza cuesta arriba, por un arenal que agota en pleno mediodía de Fiestas Patrias.

-LAS CIFRAS DE UNA TRAGEDIA-
Según el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), las lluvias de El Niño Costero dejaron en Piura 91.835 damnificados, 310.570 afectados, 17 fallecidos, 39 heridos, 4 desaparecidos, 5724 viviendas colapsadas, 8469 viviendas inhabitables y 71.008 viviendas afectadas. También afectaron 711 instituciones educativas y 195 centros de salud.

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