(El Comercio)
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(FP) ha negado varias veces que este sea obstruccionista. Incluso en la sesión de la Comisión de Constitución en la que el primer ministro Salvador del Solar y el ministro de Justicia, Vicente Zeballos, sustentaron el proyecto de adelanto de elecciones, el legislador Miguel Torres (FP) mencionó una serie de cifras sobre la labor del Parlamento con la intención de refutar la idea de una actitud poco colaborativa. Sin embargo, una revisión detallada de los números citados por Torres demuestra que sus conclusiones están un tanto alejadas de la realidad.

“Mi equipo ha llegado a números totalmente distintos [a los del Ejecutivo]. Según lo que nosotros hemos podido observar, en el período 2006-2011 se presentaron 41 solicitudes de interpelación. En el 2011-2016, 42. En el período 2016-2019, 13. Claro, me van a decir que esos son cinco años y acá han pasado tres. Pero saquen la proporción, estamos muy por debajo de la media”, afirmó el congresista en la sesión de la Comisión de Constitución del 4 de setiembre.

Para reafirmar su posición, Torres añadió: “En el período 2011-2016 se aprobaron 20 interpelaciones. ¿Cuántas se han aprobado en este ? 10”.

Este Diario revisó las cifras comparando solo los tres primeros años de cada período legislativo y encontró un panorama diferente al que Torres describió.

—Contrastes—
Es cierto que en este período se presentaron menos mociones de interpelación, pero el detalle está en la proporción de aprobadas en cada .

Así, este período parlamentario supera el nivel de interpelaciones efectivas, pues el 77% de las mociones presentadas fueron aprobadas en el pleno.

Si bien en los dos períodos anteriores se presentaron más mociones, el porcentaje de interpelaciones concretadas es menor: no pasa del 50%.

Torres no solo se refirió al ámbito del control político. En el terreno legislativo, destacó la labor realizada hasta la fecha en el estudio de los proyectos presentados por el Ejecutivo. “Más de la mitad han sido aprobados […], el ratio de archivados en el período 2006-2011 es de 11%; en el 2011-2016, de 4,4%; en el 2016-2019, de 2,9%”, mencionó.

Este Diario también revisó esas cifras, solo limitándose a los tres años de cada período y sin tomar en cuenta las iniciativas de viajes presidenciales, de ingreso de tropas militares y las designaciones, que siempre son aprobadas sin objeción. En este caso, la proporción de propuestas archivadas se ajusta a lo dicho por Torres, pero el congresista fujimorista no señaló el ratio de proyectos de ley aprobados y pendientes.

En estos tres años, el Congreso aprobó el 50% de las iniciativas del Ejecutivo, pero está por debajo de la media de los dos períodos anteriores. En lo que se refiere a los proyectos pendientes, su 46% de carga duplica a las anteriores etapas.

(El Comercio)
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—Oficialismo sin bancada—
Para el especialista en temas parlamentarios Alejandro Rospigliosi, las cifras demuestran que el Congreso ha sido estratégico para no archivar los proyectos del Ejecutivo y solo dejarlos paralizados.

“Las iniciativas están estancadas y esto se complementa [con lo] que ustedes realizaron sobre los plazos que el Parlamento empleaba para analizar los proyectos del Ejecutivo [92 días en promedio de demora], sin respetar los tiempos del reglamento”, aseveró.

Rospigliosi indicó que esta situación también responde a que el Ejecutivo no cuenta por una bancada que impulse sus proyectos en las comisiones.

“La bancada Ppk se ha visto reducida, los liberales los apoyaron un tiempo y ahora no se les ve tanto, así que ahora se apoyan en Unidos por la República, pero en el fondo no tienen operadores políticos. Por ejemplo, ¿quién está ahorita defendiendo el proyecto de presupuesto que han presentado? Nadie, van a hacer lo que quieran”, refirió.

—Fujimorismo reforzado—
El analista político Erick Sablich afirmó que, más allá de las cifras, no se puede negar que el Congreso ha sido bastante agresivo en su actuar respecto al Ejecutivo, pero recalcó que la responsabilidad es compartida.

“Al no tener una mayoría, el Ejecutivo debe hacer un trabajo de convencimiento. En algún momento se intentó, cuando Fernando Zavala estuvo de primer ministro, pero el fujimorismo no tuvo una política de puertas abiertas”, dijo.

Asimismo, Sablich recordó el comportamiento “belicoso” de en ciertos sectores como Educación: censuraron al ministro Jaime Saavedra, interpelaron a la ministra Marilú Martens y ahora han reactivado una investigación a la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu).

En ese sentido, el analista identificó tres fases de la relación Ejecutivo-Congreso. La primera parte de esta crispación política comenzó en el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, pero esto cambió en una segunda etapa, cuando Martín Vizcarra asumió el poder con debilitado. La crispación se reactivó en una tercera parte tras la “pechada” de Vizcarra al Congreso por la reforma política y el referéndum del 2018.

“Después ocurrió un exceso del Ejecutivo, que siguió con la pechada porque le ayudaba en la popularidad. Esto ha logrado que el fujimorismo se reagrupe con nuevos aliados. Las últimas decisiones del fujimorismo sobre las investigaciones del mensaje a la nación y los casos Conirsa, Chinchero, Sunedu, encuestadoras, muestra que han vuelto a esa actitud, no representada por personas como Torres, sino por el ala más radical y confrontacional”, refirió.