Fuerza Popular presentó una denuncia contra Alberto de Belaunde ante la Comisión de Ética. (Foto: Agencia Andina)
Fuerza Popular presentó una denuncia contra Alberto de Belaunde ante la Comisión de Ética. (Foto: Agencia Andina)
Maria Alejandra Campos

Como es sabido, empezó su gestión legislativa con una amplia mayoría: 73 congresistas. Con esa proporción, el partido naranja no necesitaba generar alianzas para tomar casi ninguna decisión, salvo casos excepcionales, como una reforma constitucional o una vacancia presidencial.

Tal parece que se olvidaron de que el devenir natural del trabajo parlamentario incluye tener que negociar con grupos con los que normalmente no se está de acuerdo, buscar puntos de coincidencia y avanzar a partir de allí.

Hoy, Fuerza Popular se encuentra en una campaña furibunda por evitar que nuevas bancadas participen de las decisiones del pleno. Ello, a pesar de que el Tribunal Constitucional ya ha fallado dos veces a favor de los nuevos grupos parlamentarios.

Algunos parlamentarios fujimoristas han usado el argumento de que la segunda vez que el TC se pronunció sobre el tema, declaró infundada la demanda. Sin embargo, es importante recordar que la decisión del tribunal incluía una consideración clave: la demanda era infundada en la medida en la que se interprete en el artículo 37 del reglamento del Congreso, aquel que regula a los grupos parlamentarios, que las renuncias por razones de conciencia a una bancada eran justificadas. “De ello se desprende que los parlamentarios que se encuentren en dicha situación podrán conformar un nuevo grupo parlamentario, adherirse a uno ya existente o recurrir a la fórmula de configurar un grupo parlamentario mixto”.

Para evitar que esta sentencia del TC se cumpla inmediatamente, en su momento Fuerza Popular pidió una opinión consultiva a la Comisión de Constitución, para que ‘tradujera’ lo que quiso decir el fallo. Ayer, la comisión presidida por Rosa Bartra ha aprobado, únicamente con votos fujimoristas, un texto que indica que, antes de renunciar, uno debe pedir un informe a su bancada para que esta certifique –a través de una intervención psíquica, sin duda– que efectivamente se está retirando por motivos de conciencia. Para colmo, en el hipotético y poco probable escenario en el que le hayan permitido renunciar, recién podría conformar una nueva bancada en el siguiente año legislativo.

¿Tanto miedo le tiene Fuerza Popular a dejar de ser omnipotente en el Congreso? Será que en estos dos años y pico, en lugar de tender puentes con los otros grupos parlamentarios, se ha dedicado a quemarlos. Y ahora son conscientes de que, además de la ojeriza sembrada y cosechada con sus colegas, su pésimo desempeño entre la opinión pública los hace un aliado muy poco atractivo.

Lo cierto es que, habiéndose formado ya dos nuevas bancadas, va a ser muy difícil que Fuerza Popular logre deshacer lo andado por Salaverry, aun cuando logren sacarlo de la Mesa Directiva.
De hecho, se encuentran ante el peor escenario posible: que la formación de bancadas se mantenga vigente y que, ante la posible censura de Salaverry, su grupo parlamentario se fragmente nuevamente, formando un nuevo frente de disidentes con voz y voto.

Habrá que ver cómo juega sus cartas Fuerza Popular, que hace rato parece estar apostando con el hígado más que con la cabeza.