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Los secretos del mayor banco genético de América Latina - 2

Hay un banco en Brasil que no guarda dinero sino 14.000 tipos diferentes de soja o 10.000 de arroz, mantiene plantas in vitro y conserva como un tesoro semen y embriones de animales.

Se trata del de Embrapa, la empresa brasileña de investigación agropecuaria, al que algunos han comparado con un Arca de Noé de este país cuya biodiversidad abarca un quinto de las especies de plantas, animales y microorganismos del mundo.

Su estructura en Brasilia fue ampliada el año pasado a 2.000 metros cuadrados de superficie, consolidándose como el mayor  de América Latina y el séptimo del mundo.

El lugar cuenta con 127.000 muestras de semillas de 750 especies, acumuladas en cuatro décadas, y puede albergar hasta 750.000 muestras, así como material genético de animales y microorganismos.

"Nuestra mayor preocupación es guardar la diversidad dentro de cada especie", dice Juliano Pádua, investigador y curador del banco, a BBC Mundo.

Además de la seguridad alimentaria, esos recursos son clave para trabajos de mejoramiento genético, conservación de distintos tipos de animales o investigaciones científicas para fines varios.

El lugar ha recibido además material de fuera de Brasil, como 180 muestras de nueve variedades de papas de Perú que llegaron en noviembre.

A continuación, cuatro datos o historias llamativas de ese banco, destacadas por sus propios especialistas para BBC Mundo.

Caballo pantanero

El pantanal de Mato Grosso, en la región centro oeste de Brasil, es el hábitat donde surgió una raza de caballos cuya extinción ha sido evitada con la ayuda de expertos del banco genético.

Se trata del "caballo pantanero", producto de la selección natural de los equinos europeos que se reprodujeron durante cinco siglos en la región, adaptándose a su calor y humedad.

Las enfermedades y el mestizaje con otras razas pusieron en riesgo de extinción a esa raza, apreciada por su utilidad para manejar ganado o como simple medio de transporte.

Esa amenaza de extinción fue desactivada por investigadores del programa de conservación de Embrapa en un trabajo conjunto con la Asociación Brasileña de Criadores de Caballo Pantanero.

"Hoy podemos decir que la situación está bajo control", sostiene Arthur da Silva Mariante, especialista de la plataforma de recursos genéticos del banco.

Aunque la población de estos caballos esté aumentando, advierte que "la raza aún necesita de programas específicos para su conservación".

Ananás ornamental

Los ananás (piñas) dulces y jugosos son un alimento típico de Brasil, pero esa fruta también puede ser empleada con fines ornamentales: una especie en tonos naranja, bastante diferente a la clásica.

A eso se han dedicado científicos de Embrapa Mandioca y Fruticultura que, explorando la gran variabilidad genética del ananás en el país, identificaron un nuevo uso de la especie.

"El potencial ornamental del ananás es muy grande. La calidad exótica de la pequeña fruta sostenida por un asta permite la confección de arreglos diferenciados y originales", explica Pádua.

Y agrega que estas variedades hoy pueden ser cultivadas por agricultores familiares y productores de larga escala, para el mercado internacional.

Algodón de colores

No se vende en parques de diversiones y ni siquiera está teñido, pero un algodón desarrollado científicamente en Brasil puede lucir una llamativa variedad de colores.

El primer cultivo en el país lo realizaron científicos de Embrapa Algodón en el año 2000, y fue marrón. Después lograron el verde y otras tonalidades.

"Todas fueron obtenidas por medio de métodos de mejoramiento genético convencionales y su pluma ha tenido una demanda creciente en el mercado", señala Pádua.

Y añade que, además de estar adaptados a las hilaturas modernas, esos cultivos que evitan el uso de colorantes pueden reducir costos de producción textil y vertidos químicos o tóxicos.

Hongos terapéuticos

Guardar una colección de hongos es un desafío peculiar de un banco genético, ya que para mantenerla viable las especies deben multiplicarse en distintas etapas de cultivo.

Ahora los científicos del banco brasileño están intentando "domesticar", o producir en laboratorios, dos tipos de hongos nativos que crecen en madera descompuesta: el Pycnoporus sanguineus y la Fistulina hepática.

"Ambos tienen fines terapéuticos", explica Arailde Fontes Urben, curadora de la colección.

Por ejemplo, señala que el Pycnoporus sanguineus es usado por indígenas amazónicos para tratar úlceras y cáncer.

Y agrega que, si se lograse su cultivo artificial con cepas vigorosas, podría servir en otros laboratorios para investigaciones de carácter químico y biotecnológico por sus propiedades farmacológicas.

"Una vez que se observe cuáles son los principios activos que están en esos hongos", anticipa Urben, "puedes partir a otra etapa de la investigación".